MUSEF – RAE 2007
Seminario VI. Etnografía del Estado
Yeepi, fagia. Rehacer y descifrar
Comiéndonos identidades, tiempo y estado
Carlos Eduardo Brañez C
Resumen
Cualquier desciframiento
ritual involucra energías y especificidades que materializan imágenes o textos
y que también agolpan metalenguajes (mitos, posiciones y reglas), que para
nuestro itinerario son expresiones manifiestas a un estado des-compuesto en
códigos específicos que acontecen – territoriales-: acciones escondidas o invisibles,
máscaras de identidad ritual, posiciones retóricas y especialmente posiciones
éticas y estéticas. Para que acontezca real (se performe y construya) estado
constituye y precisa tiempo y condensación estable de prácticas, cuya
materialización debe y cuenta – establece su régimen económico- con específicos
rastros energéticos: anexiones, suspensiones, abstracciones, positivaciones,
intuiciones, hegemonías, etcétera.
Nuestra
ponencia se refiere a posibilidades de des-componer un texto activo y en movimiento,
en y desde donde dicen y manifiestan relaciones y rastros, como complejo tejido
de realidad a partir del cual buscamos facilitaciones rituales prácticas desde
pueblos ava-tupi-guaraníes involucrados constitutivamente a rehacer comiendo
nuestras identidades construidas y dispuestas en guerra, para transformarlas: yeepi.
Al proponer que
solamente llegamos al ritual diferenciado de guerra, des-componemos tiempo (lo
proponemos como itinerario de investigación y facilitación), narramos el
tránsito de nuestras inquietudes en terreno, aplicamos tempranas
recomendaciones emergentes de procesos investigativos actuales y posibles,
trabajamos hipótesis sobre territorialización del estado (propiamente colonial,
republicano y nacional) en el Chaco andino o Andes chaqueños en Bolivia, pero
especialmente integramos imágenes emergentes a nuestra fase investigativa
actual para implementarlas en procesos de facilitación integral (política,
cultural, educativa, etcétera) con dinámicas y técnicas a su vez recuperadas
del acervo religioso, sistemático y terapéutico múltiple, para desplegar
recursos críticos - artísticos y comunicativos-.
Antecedentes
Nuestra iniciativa debe a
una conjunción de inquietudes, emergentes o propias al clima de
re-posicionamiento general estatal en Bolivia, aspecto que patentiza esta
urgencia común por experimentar desciframientos institucionales incidentes
(históricos, míticos, étnicos, jurídicos, territoriales), es decir que
contribuyen procesos de meditación y crítica práctica. Sin duda esto supone,
además de ambiciosos procesos vivenciales y de sistematización compartida,
procesos investigativos que ponemos a disposición, lo que siempre un texto vivo
y protagónico recomienda y especialmente lo que resta cumplir, que además escapa
al dominio de la autoría en la medida y a condición de toda apropiación y
reapropiación colectiva singular.
Las
conjunciones que perseguimos encuentran en instancias de los pueblos
ava-guaraníes – instituciones como Asamblea del Pueblo Guaraní, Academia de la
Lengua y Cultura Guaraní, Consejo de Capitanes de Chuquisaca, Capitanías
Históricas- un apoyo amplio que parte de promover conciencia territorial,
realidad que constituyen algunas vías culturales, simultáneas a diversos
pueblos tupi-guaraníes e indígenas a lo largo y ancho de la inmensa amazonía.
La empresa resulta a su vez simultánea al indagar sobre rastros de sensibilidad
en comportamientos productivos integrales y energéticos, lo que brindará
posibilidades de escucha y auto escucha en la puesta en práctica necesaria de
distintas imágenes emergentes de los registros. Exponemos algunos avances
respecto a lo que manifiestan tales –libros, expedientes, cartas, ordenanzas,
crónicas- y algunas composiciones rituales tupi-guaraníes en el tiempo.
Parte de este
proceso de promoción de conciencia territorial es Kandiré, que entre medios
y resultados de cumplimiento involucra la realización de un film por el
cineasta boliviano Juan Carlos Valdivia, que refleje esa intensidad de
relaciones territoriales a lo largo de los siglos, sin discurrir en discursos
ideologizados o apologías, que por lo general no involucran memorias
genealógicas y políticas en complejos de sensibilidades rituales –éticas y
estéticas- de los indios ava-tupi-guaraníes en las estribaciones de la
cordillera andino chaqueña. Cine Nómada permite la posibilidad de este apoyo
investigativo en procesos de facilitación integral, concretado en su primera
fase investigativa por la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia
brindando las consultas necesarias en los repositorios correspondientes a
nuestra investigación.
A continuación,
resumimos un itinerario metodológico investigativo que intenta reunir,
sistematizar y editar registros primarios y secundarios respecto a extractos
singulares de la conquista europea al occidente y oriente de los Andes, de los
múltiples grupos y pueblos que hacen la familia tupi-guaraní.
Diagrama general del
proceso investigativo
Campo expositivo |
Huellas de ambiguedad |
Códigos de transformación id-entitaria |
Espacialidad y cuerpo |
Vínculos de territorialidad |
||||||||||
Campo de análisis |
||||||||||||||
Campo transversal |
||||||||||||||
Movimiento
ritual y
|
Influencias
de la
|
Franja,
mediación y
|
Yeepi:
danza, viaje
|
|||||||||||
migratorio tupí-
|
familia tupí-guaraní:
|
crisis:
|
y éxodo
|
|||||||||||
guaraní:
registros
|
desde
el mar
|
productividades
y
|
||||||||||||
etnográficos y de
|
Atlántico, el Matto
|
comportamientos
|
||||||||||||
contactos
|
Grosso, Mesopotamia
|
milenarios
|
||||||||||||
ritualizados
|
y Cuenca rioplatense,
|
|||||||||||||
Yvÿ-y-Maräe-ÿ
y
|
Simultaneidad
y
|
|||||||||||||
Pilcomayo, Parapiti,
|
Candiré
|
distinción ritual
|
||||||||||||
Guapay, Grigota y
|
||||||||||||||
Productividad
y
|
Rituales de
|
|||||||||||||
Mojos, hasta los
|
comportamiento
|
guerra
|
Fenómeno de
|
|||||||||||
contrafuertes de la
|
Rastros
de
|
transversalidad:
|
||||||||||||
cordillera andina –
|
liderazgo
|
Título étnico,
|
||||||||||||
frontera chiriguana-
|
Ecología
|
Frontera,
|
||||||||||||
Guerras
rituales
|
Simultaneidad
de lo
|
Yvÿ-y-Maräe-ÿ
y
|
Simultaneidad
y
|
|||||||||||
contra el proceso
|
tupí y guaryní: ejes de
|
Candiré
|
distinción ritual
|
Constitutividad,
|
||||||||||
reduccional
|
diversidad y unidad
|
Reivindicación,
|
||||||||||||
Cautiverio
misional,
|
Tiempo
de
|
Ritual
territorial
|
Vínculo
crítico:
|
Facilitación integral,
|
||||||||||
aculturación y
|
constitutividad y
|
posible
|
constitución
|
|||||||||||
secularización
|
Frontera
|
misionera
|
Transformación
|
|||||||||||
Simultaneidad
de
|
Simultaneidad
y
|
|||||||||||||
territorial
|
||||||||||||||
deseo y vínculos de
|
distinción ritual del
|
|||||||||||||
la tierra: Incas,
|
yeepi: bautismo y
|
|||||||||||||
Guaraníes, Europeos
|
ciudadanía
|
|||||||||||||
(Yvÿ-y-Maräe-ÿ, El
|
||||||||||||||
Dorado y Candiré
|
||||||||||||||
No pasaremos a exponer el
detalle sino extraer y mezclar algunas de las partes expuestas en este esquema
sin perder continuidad con imágenes que conectan con lo que interesa en esta
ponencia, que según entendemos, corresponde con escuchar otra palabra –tupi-guaraní-
desde la crisis constitutiva al estado interpelado, que adopta una singular
búsqueda de abarcamiento universal y total -sin interesar centro ni límites-:
esto asimismo trae una imagen, la de comerse márgenes y costuras, que tiende al infinito; pero en cuanto a
des-coser límites en espacialidad, esa imagen es finita –sin importar tiempo ni
identidades- se convierte en complejo energético y acción que decide, reafirma
o transforma no solamente un texto sino el espacio mismo donde conviven fuerzas
de su tejido. Allí, hay que recordarlo, apenas se balbucean imágenes de
desciframiento en la posibilidad de que cada mentalidad individual y colectiva
vive tales afloraciones en un antes indefinible, sin tiempo u origen.
Permítannos compartir éste
éxodo tupi-guaraní, mediante el cual planteamos migrar de lo etnográfico – de
un pueblo múltiple que des-orbita tiempo estatal-, hacia el desciframiento
incidente de un estado en des-composición –análisis que va más allá de
identidad y origen-, materializando espacialidad y cuerpo para escuchar la
palabra que siempre manda a rehacer viaje.
En principio diremos que
escuchar implica aquí pensar ampliamente descentramientos institucionales del
estado, suscitados entre múltiples realidades y perfiles energéticos sostenidos
en espacialidades sin tiempo; al pensar singularmente, ahora, en el chaco
andino sur y centro-este de Bolivia, emerge un estado conquistador específico,
con códigos e imágenes móviles, metanarraciones y aparatos virtuales de mundo –espesuras
de los cuerpos que se encuentran, se mezclan y expanden ciegamente. También
diremos que es hipótesis de fondo cuyo avance fue iniciado diez años antes y
retomado a fines del 2006 y principios del 20071 especialmente respecto a
pueblos ava-guaraníes de la cordillera andina. Nos interesa hacer hincapié
sobre aspectos de sensibilidad y nombres, proceso identitario integral que
implica abarcar una comprensión del territorio desde vínculos energéticos
integrales en cuanto fenómeno colectivo, social y público.
La condición transversal
para considerar entonces, al territorio, en cuanto rastro manifiesto en las
pulsiones tangibles e intangibles presentes, obliga a considerar este
emprendimiento como desafío hermenéutico, sea en cuanto distancia con la
subjetividad de relaciones y vínculos que tradicionalmente materializan la
espesura de un presente (de discriminación y exclusión históricas) y al mismo
tiempo en cuanto a considerar la tradición misma de un territorio de frontera,
como vínculo crítico de positivación de relaciones y lazos energéticos civiles
actuales. Un vínculo crítico refiere aquí a su posibilidad de manifestación
incidiendo transformativamente sobre aquella circularidad cultural productiva
dispuesta en discriminación y
exclusión. Puesto que la necesidad es localizar nuestra comprensión de un
pueblo en un territorio, la metodología de trabajo opera preguntando por la
realidad territorial del pueblo ava-guaraní, en cuanto cuerpo, texto y lugar
-su espacialidad constelativa- donde se manifiestan vínculos de territorialidad
a partir de meta-sentidos –éticos y estéticos- que caracterizan a dicho pueblo
indígena, como hijos y/o huéspedes del estado.
Partir de la
espacialidad del texto, manifiesto en registros, fuentes bibliográficas,
crónicas, ritos e historia oral, supone considerar un proceso investigativo
amplio, que asimismo permite análisis en cuanto vinculaciones críticas,
vigentes de territorialidad y facilitación integral en procesos democráticos,
como el proceso constituyente boliviano, donde el pueblo histórico ava-guaraní
manifiesta aspiraciones en el nuevo rumbo nacional de Bolivia.
Nuestra
estrategia investigativa implica plantear y desarrollar algunos vínculos
comparativos del proceso colonial y reduccional en el espacio de dispersión
migratoria tupí-guaraní, desde puntos o referencias focales a partir de algunas
fuentes primarias en el caso de la cordillera y secundarias para todos los
casos: en el atlántico (Tupinambas), en el complejo amazónico, en el Paraná -
Matogrosso (Apapokuva) y en Los Andes chaqueños (Ava-guaraní -tekohá
histórica-) en cuanto complejo territorial que involucra y justifica
simultaneidad y diferenciamiento, ambos valores constitutivos al mundo
tupí-guaraní. Son tres los campos expositivos: i) el movimiento ritual y
migratorio tupi-guaraní en los primeros años de registro etnográfico y de
contacto ritualizado; ii) guerras rituales contra el proceso reduccional; iii)
Vigencia ritual –más allá del cautiverio misional, de la aculturación y la
secularización; también son tres los campos de análisis: i) huellas de
ambigüedad; ii) códigos de transformación identitaria, y iii) espacialidad y
cuerpo.
Un eje o
hipótesis de trabajo que emerge del procesamiento de información bibliográfica
es que vínculos de territorialidad manifiestos, constituyen asimismo vínculos
críticos que posicionan, desde sus registros –espacialidad- fuentes cuya calidad documental específica expuesta,
manifiesta una complejidad ritual que involucra así como crónicas y estudios, a
los sujetos mismos –más allá de ellos, donde el lugar del registro es
cuerpo-palabra- y que desde la facilitación somos todos-as –lenguaje sin
tiempo-.
Segundo eje de
trabajo y avance es que tales vínculos de territorialidad, en su característica
crítica constitutiva, vinculan asimismo posibilidades activas de
transformación. La productividad de esa crisis en cuanto vínculo territorial es
lo que ofrece aquí condiciones de posibilidad productiva. Tal productividad indica
posibilidades energéticas específicas ava-guaraníes, desde sus propias
condiciones criticas de existencia como pueblo histórico, de incidir
públicamente a partir de vínculos integrales (crisis y transformación) de las
relaciones sociales en el Chaco y en Bolivia.
Resumiendo,
obtenemos que la noción de vínculos de territorialidad articula dos campos
hipotéticos respecto a los cuales la exposición debe referirse de forma
simultánea, transversal y compartimentada (independiente y entrelazada): i)
vínculos críticos y ii) vínculos de transformación. Es importante observar,
respecto a la potencialidad de estos vínculos, que en la medida en que la
continuidad territorial ava-guaraní (Tupi-Guaraní) se ve reducida a las
expresiones dichas por los misioneros franciscanos del Colegio Propaganda Fide
de Potosí –“Corazón físico y moral de la
chiriguanía”-, este complejo territorial que resulta en una Tekohá
histórica tupí-guaraní de paso heroico en los andes chaqueños de Bolivia,
contrapone al nombre territorial misionero y ciudadano (“Chiriguano o
Chiriguanía”), una mudez excedentaria –Yeepi-,
propiedad ritual que señala la condición y lazo (ético-guerrero) más
tupí-guaraní: todo guerrero es tal porque deja marca, palabra-marca-nombre cuyo
rastro es de ayuno, abstención que a tiempo de ofrecer cuerpo, entrañas y
vísceras a los aliados y familiares extensivos en la guerra, registra en los
matadores (en su piel y en su corazón –texto-) la huella de aquello –sentimiento, sentido- que
excede a la propia guerra y que se manifiesta en suspensión de significado –
marca y abstención-.
Arribamos
entonces a campos posibles y precisos de acción, al seguir el rumbo de estas
huellas de territorialidad, al intentar responder cuándo y de qué se abstienen
los guerreros ava-guaraníes, con qué ritual alimentan tal espacialidad; cómo
operan las nuevas marcas al texto –corazón y piel- complejos que caracterizan
la guerra étnica de conquista y resistencia, intentando señalar asimismo el
rumbo a estas inquietudes de facilitación investigativa.
Como
agenda parcial de análisis que acompañe nuestros campos expositivos planteamos:
i) ¿Cómo fluctúan los etnónimos focalizados a lo largo de nuestros campos
expositivos?; ii) ¿Qué multiplicidades de frontera manifiestan los complejos
rituales en los campos de análisis y exposición?, y iii) ¿Cuál es el mandato de
acción (palabra-marca-nombre) tupi-guaraní con el estado colonial, republicano
y global?
Desarrollo
Facilitación
integral
Partir del texto refiere a
vínculos de comprensión crítica de realidades múltiples –por ejemplo liderazgo
ava-guaraní, religiosidad, rituales de convivencia y guerra así como éxodos
rituales y esclavistas, opresiones y aspiraciones-, comportamientos productivos
diversos, por lo que intentaremos facilitar procesos partiendo del texto en
movimiento, mediante experiencias vivenciales y energéticas (rituales), desde
el texto-cuerpo colectivo mismo y designado de múltiples formas, para que al
emerger rastros de territorialidad, tales rastros, sean asimismo vínculos,
medios e instrumentos de comprensión y transformación. Estos vínculos críticos,
donde el cuerpo actúa sobre sí mismo, implican incidencia constelativa y
por lo tanto implican concebir al cuerpo (individual y colectivo) como
espacialidad en permanente
reañadidura, movimiento y transformación –más allá del signo-. El cuerpo así,
en cuanto lugar vivo en constelación,
también implica y explica su condición histórica y genealógica; pero además - y lo más importante en nuestro proceso
de apoyo- implica condición de espacialidad
–estética- donde el cuerpo encuentra posibilidades para descomponer el
tiempo y capacidad transformativa de una (su) realidad presente. Desde la
complejidad de imágenes que su texto manifiesta es posible comunicar movimiento
mismo como acción. La importancia de tal descomposición radica en el ritual
concreto y específico respecto a lo que el cuerpo busca -la acción-,
correspondiendo un fenómeno que no es mecánico, racional ni conceptual: en ese
mismo lugar –cuerpo- donde el alfabeto se agota y donde no es posible ya
traducción alguna, aparece el lugar de la escucha y la desnudez: allí, se
interpela al Sí mismo (a su soberanía, a su consciencia o identidad) pues tal
lugar es ya el lugar del Otro (que aquí es la palabra guaraní –tupi-guaraní-)
donde otra esfera de espacialidad se-espera, vínculo transformativo cuya
condición es ética (Levinas, 2000)2. Al contrario de valorarse
fragmento de algo natural a nuestro conocimiento, esa condición –que es
condición de descifrar y descomponer cuerpo- solamente parece posible en lo
distante, pregnante y abierto –integral-.
Imágenes
de continuidad emergentes al texto investigativo
Las imágenes de continuidad
refieren a núcleos energéticos cuyo hecho depende de fuentes de sensibilidad
emergentes en el dato histórico luego recontextualizado y a la vez sensible a
operación significante cualquiera. Por motivos protocolares, extraemos citas de
avance investigativo complementadas por comentarios de continuidad a partir de una agenda
previa y consolidada en una sola pregunta y tres campos simultáneos de exposición crítica: ¿Cómo
aparecen etnónimos focalizados en multiplicidades de frontera y cómo se manifiestan complejos rituales
tupi-guaraníes respecto al Estado de conquista, republicano y global?
i)
Durante el movimiento ritual y migratorio tupi-guaraní en los primeros
años de registro etnográfico y de contacto ritualizado
ii)
Respecto
a las guerras rituales contra el proceso reduccional
iii)
Vigencia
ritual –más allá del cautiverio misional-.
iv)
Huellas
de ambigüedad.
v)
Códigos
de transformación identitaria
vi)
Espacialidad
y cuerpo.
1
Entre el siglo xvi y xvii
la irrupción continental más allá de los mares, encuentra un complejo religioso
y civilizatorio que involucran distintas y diferentes expresiones e
instrumentos de lectura divina naturalista de fondo, esto debido a fuertes
acontecimientos sociales, políticos y religiosos en Europa que involucran
asimismo un pensamiento misional constitucional renovado –monárquico y monoteísta-3. Disponiendo recursos y
discursos por tanto, nada impedía desplegar fronteras desde las sensibilidades
mismas, proceso estatal que sin lugar a dudas continua hoy; ya que la guerra
permite de facto ritualizar miradas y lecturas, lo que pertenece en territorio,
la conquista implicaría ritos apriorísticos de enorme incidencia en núcleos
energéticos de sentimientos territoriales de vida (en el cuerpo) y que
configuran experiencias y actitudes energéticas y por ello productivas de
mundo. Al proponer aquí, que tales núcleos son vínculos territoriales decimos
que se configuran también espacialidades dispuestas en cuanto fuerzas críticas –estos
son los cuerpos mismos y sus articulaciones integrales, respecto al mito,
deseo, sueños, enfermedades, muerte- en general relacionados a sensibilidad,
cuerpo y experiencias (historias).
Entre
imágenes arquetípicas recurrentes se dispone la guerra ritualizada y excedentaria al sentido común respecto al
fuerte espíritu racional evolutivo europeo, lo que resulta –esta lógica y razón
de conquista- un lapso interpretativo de vecindad, de amistad y frontera, en
los justos momentos del esparcimiento segmentado de grupos –sacerdotes,
doctores, escritores- por la tierra –vieja y nueva-cedida por propios designios
administrativos y religiosos4.
Simultaneidad
y accidente cuando en uno de los giros y desde que pisan esta tierra narran y
discurren unívocamente realidades siempre mutuas, se las inscribe y registra
bajo un conocimiento que impregna especialidades universales y que retorna en
la comunicación más invisible pero sensible de cotidianidad quieta, atravesando el
dominio temporal. Esto, la equivalencia simultánea y múltiple resulta lo
energético, abarcativo y acumulativo del estado, refiere asimismo a su régimen
por territorios de lo virtual, donde el valor primero –recurso económico- es
tiempo. Simultaneidad y distinción nos lleva a trabajar también la imagen de guerra en la ritualidad tupi-guaraní.
Guerrear
hasta morir por y en su cuerpo-territorio configura así ciclos (ritualidad) de
guerra y alianzas, que en dispersión espacial y temporal, caracteriza
fuertemente aquel comportamiento que nos envía a pensar el lenguaje
excedentario –tupí-guaraní-5.
“…
Todo hijo era hijo de un matador, y las mujeres se rehusaban a quien no hubiese
matado.
La venganza confiere ‘honra’. El hecho guerrero es la fuente de
prestigio político y permite, por lo consiguiente, la poligamia. Como dice
Léry, invirtiendo causas y efectos ‘cuanto mayor el número de esposas, más
valientes son considerados’ (J. de Léry 1972 (1585): 173) Cunhambebe tendría 13
mujeres, Amenduna 34 (A. Thevet 1953 (1575): 135-136). La poliginia era,
en verdad, y en esto Léry no se equivoca, el signo de ostentación del gran
guerrero: ‘vi algunos con ocho mujeres, cuya enumeración era hecha con
la intención de homenajearlos’ (J. de Léry, 1972 (1585); 172).
El guerrero no acumula sólo mujeres; a cada
muerte que realiza, va sumando los nombres que toma y va diseñando, en el
propio cuerpo una desolladura que le marca la piel, La
renominación es también renombre; ‘Así pues, más glorioso que Escisión el
Africano y César Germánico (el Tabajara Rairi) podía vanagloriarse de 24
nombres, verdaderos títulos de honor, comprobantes de su presencia en 24
batallas. Sus nombres eran acompañados por elogios, verdaderos
epigramas escritos no en el papel ni el bronce, ni en la cáscara de los árboles,
sino en la propia carne. Rostro, vientre y muslos eran el mármol
sobre los cuales grababa la historia de su vida, con caracteres y figuras
extrañas; y su piel más parecía, así, una figura con damascos…’ (Cl. D’Abbeville
1975 (1614): 268)”. (CARNEIRO DA CUÑA,
Manuela. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. Venganza y temporalidad. Los Tupinamba. Op.Cit. Pág.
184. Yo subrayo)
Cuando
por ejemplo, según dicen nuestros registros, emerge castigo a una falta, esta
cotidianidad irrumpe inmediatamente con el ritual cuidadosamente articulado –y
coimplicante- (el registro mismo implica aquí ritual), los códigos se atraen en
complejos y orbitan en mandatos constelativos (en desequilibrios y ajustes
energéticos). Refiramos un registro del castigo en sus puntos textuales de su
estar espacial, que aparecen entonces susceptibles a emociones: por ejemplo miedo, activos al duelo6; siendo éste un punto
energético excedentario, actitudes de muerte insufladas de apariencias duales –
vida / muerte- trasvistas como don –deuda-, aspectos asimismo vinculados al
sentido de una crítica analítica posmeta-física-histórica en los márgenes o
extremos del poder y estado occidental imperial - “colonial”- en sensibilidades
públicas contemporáneas (Derrida, 1994 )7.
“... del modo y metodo de las expediciones, con
que hasta el presente se an aterrado aquellos Yndios Barbaros…” (BO ABNB Rück – 58 / 1779 Siglo XVIII. 14
folios,
papel. Cita f1. Yo
subrayo))8
Aquí
se muestra que en imágenes de punición y muerte, una excedencia necesaria y
dispuesta por la propia fuga de las cosas vivas –miedo y muerte-, acontece para
brindar actitud, en positivo, como marca productiva sensible al espacio
específico y lapso de tiempo aunque excedentario, vivo.
“...
Una mujer mata a un muchacho que se
interponía en una discusión. Al día siguiente
su hijo la ahorca y la entierra, acostando encima el cadáver de aquel a quien
ella había dado muerte. Y Anchieta, que relata el episodio, comenta: ‘nadie, en
todo el pueblo lo impidió; ni le habló una sola palabra, porque así suelen
vengar homicidios semejantes, para que no hagan la guerra los parientes del
muerto y se coman unos a otros’ (Anchieta 1984:119; vide también J. Monteiro
1949 (1610): 413)” (Pág. 187-188).
Activo
en los bienestares, en el tiempo nuevo y transformado, en ningún instante que
involucre tiempo, sino en el espacio energético mismo donde conviven y
acontecen los cuerpos marcados por mandamientos. Señales de guerra, violencia
ritualizada, el miedo que resulta circulando simultáneo a otros complejos
energéticos emergentes de las crónicas del encuentro entre europeos y
tupi-guaraníes.
Los
ejemplos que registran la relación punitiva que implica muerte se hacen
múltiples y distintos y más bien, culminan en imágenes que nos gustaría meditar
y que se refiere a lo ya mencionado como deuda pero anulando cualquiera de sus
metáforas equivalentes y sucedáneas; pues lo que interesaría es más su imagen
deficitaria y crítica en cuanto deuda misma aparente –cuyo movimiento real de
miedo va más allá de su apariencia
fóbica- que interpela una imagen coherente o por lo menos única metáfora,
pan-óptica- de estado y que hoy merece interpelación y superación. Una acción
concreta de anular tiempo implica entonces superar deudas, anulando imágenes de
deuda en apariencias que contactan sentimientos, ensayando respecto a los
complejos y fuerzas emergentes de una memoria de hoy, una transformación
siempre posible. Deuda es marca descifrable configurada en un régimen de
tiempo, se conforma en lazos rituales energéticos, económicos y constituye
formas críticas y excedentarias dispuestas a su propia anulación y
transformación.
Este
parece ser, entre otras relaciones, el texto que vincula –y nos animamos a
decir que manda- en estos movimientos y relaciones sociales y grupales de
actores vinculados; simultáneamente, aparece al texto de un desciframiento que
busca rastros energéticos que suponen aquella vinculación: de activar, rodear o
anular deudas omnipresentes; por tanto y asimismo tupi-guaraníes y europeos, en
este momento quieto no se distinguen ya que su lapso (y lazo de tiempo) se
halla situado como en posición transversal y a la vez atravesada, fuera de lo
que legítimamente aparece como real y natural positivo al nombre y a la deuda –en
el logos histórico y científico evolutivo-.
Sólo
entonces emergen volúmenes y espesuras, en la materialización posible del
movimiento energético de la guerra, que paradójicamente su lugar aparece
entonces fuera de todo lugar excediendo y transformando especialidades
críticas: es en este sentido amplio de sensibilidades –raíces de un tiempo- que
sitios, sueños y cosas de valor, contemplan algo simultáneo que balbuceamos
como escritura9
y que nos permite esta simultaneidad para tupi-guaraníes y europeos. De tal
forma que en esta espacialidad –alma- de deuda hecha mutua -ética y estética-
se hallan actores de similar disposición, fuerza y estatura y es sobre este
balbuceo que se reúnen condiciones de incidencia energética y de redención
excedentaria.
Meditemos
entonces en que son esos vestigios de amistad, sensibilidades fundamentales de
lo público en expansión, aquello que luego y todavía ocupa nuestro tiempo
organizativo e institucional: estado en tanto constelación viviente de cuerpos
y fuerzas.
La
actitud de pasar en la tierra, sin embargo, que asimismo distingue a los
actores como múltiples y diferenciados, a pesar que se confunden permiten este
contacto –que es asimismo contacto con actitudes de muerte-, sea deficitaria
y-o productiva, que filtran y concentran fuerzas que definen textos
genealógicos donde es posible interactuar, descifrar, meditar y descomponer,
sobre ese mismo espacio, transformar vínculos y comportamientos productivos
establecidos puesto que es bajo estas conformaciones críticas que es cuando y
como se dibujan fronteras y etnonimias, muros y nombres, pasadizos de la deuda
que a su vez son rastros del estado.
La
posibilidad de algo así en esta imagen se encuentra en la relación, por
ejemplo, del hierro como hecho
evolutivo que define realidades alternas en América –neolíticas- estructura
posible de disponer modelos totales, expresión de coartada tecnológica en la
comprensión ontológica y religiosa de especies evolutivas culturales; relación
de dominio tecnológico del fuego y del círculo sea para recibir frutos de Dios
o Naturaleza, más allá de la muerte en el cielo o en la tierra sin mal10.
Metales
dulces como la plata y el oro, además de piedras y diademas, atrajeron la
codicia temprana (prehispana) permanente de los guerreros tupi-guaraníes
migrantes entre el atlántico y la cordillera, entre el mar y la tierra de todas
las cosas buenas o en tierra prometida entre montañas andinas, selvas
amazónicas, valles y yungas andino-chaqueños pasando por las sabanas de xarayes
y pantanal, por el río Paraguay al este desde los legendarios Guayrá y Tape y
desde el atlántico paulista y paranaense, adentro, hacia el rió de la Plata11.
A esta simultaneidad del nombre –guerra- la promesa del tiempo implica
trascendencia de-a una tierra –más allá- ÿvÿ-ÿ-marae-ÿ (Nimuendajú, 1978)12, candiré (Susnik, Op.Cit.), paraíso: hay que
complementar distinciones respecto a los desplazamientos posibles de esta
espacialidad móvil de metal, mujeres, niños, prisioneros, ganado, todos
contrapuestos pero relacionados al ritual de guerra territorial que migra y se
desplaza según la senda que toman los cuerpos rituales en mitos y deseos
asimismo dispuestos y desplazados por sobre las estribaciones entre chaco y
andes13.
“Las inmensas necesidades de mano de obra en el Perú colonial, empero,
incitaron al trato de esclavos, -aun-que protestara oficialmente la audiencia
de Charcas. Por lo tanto los chiriguano aumentaron los conflictos
intragrupales, lo mismo que intertribales, y se presentaron –sobre todo
a fines del siglo XVI- ya no solamente como enemigos de los colonos, sino
también como sus intermediarios en el tráfico de esclavos, que habían sido
antiguamente prisioneros de guerra. Santa Cruz de la Sierra, fundada en 1561,
fue el centro regional de este tráfico para nuestra zona. Los esclavos fueron
indios de otras tribus, pero también guaraní de otras zonas puesto que los
chiriguano se destacaban tanto por sus combates con su enemigo externo, como
por constantes rivalidades internas entre varios caciques (mburuvixa) o entre mburuvixa
e ipaye (chamanes), las cuales no raras veces son resueltas a través de guerras
intragrupales” (SCHUCHARD, Bárbara.
La
conquista de la tierra: relatos guaraníes de Bolivia acerca
de experiencias guerreras y pacíficas recientes. En RIESTER, Jürger (Editor). Chiriguano. Pueblos indígenas de
las tierras bajas de Bolivia. Nº 3. Santa Cruz. 1993. Pp. 674. Cita
Pág. 425. Yo subrayo)
El
movimiento de los componentes y sus intercambios de transformación en lo que
asemeja y mantiene, a pesar y sin importar el tiempo de casi más de cinco
siglos que transcurren para desplazarse como comportamientos, mitos, deseos,
nombres y promesas entre el recorrido -este a oeste y este-hasta su
sedentarización violenta y permisiva al trabajo extremo o servicios de hacienda
y su asimilación de derechos ciudadanos recientes que se mantienen sobre el
mismo espacio deficitario –guardando distinciones- dispuesto a las alianzas,
pactos o promesas estatales. Antigua relación de alianza esclavista marcan, al
parecer, los deseos manteniendo sus componentes energéticos y territoriales que involucran tanto metal como
prisioneros –guerreros y mujeres-, ambos aspectos simultáneos al deseo europeo
general que las misiones se encargarán de encaminar, no sin contradicciones,
hacia un nuevo desplazamiento en su pertenencia general fiel tanto religiosa como civil; también derechos extendidos que
hoy implican recién a fines del siglo xx e inicios del xxi deseos plenos de
apropiación territorial energética justa sin dejar de ser paradójica o
interpelatoria a su crisis estatal-nacional en cuanto espacialidad estratégica
de derechos –ingresos, ciudadanía, identidad étnica-indígena-nacional- hacia la
construcción de vínculos de soberanía territorial tras-estatal –energética y
alimentaria-, autodeterminación compartida de manera múltiple, integral y
simultánea a todos los campesinos, indígenas y originarios del planeta.
Un
entrecruzamiento de deseo mutuo ocupa aquí la imagen de candiré, “teco-candiré” (Susnik,
1968: 170), como tierra deslumbrante –de música, metales,
tejidos y agricultura- que para el tupi-guaraní neolítico así como para el europeo ilustre suscita
la frontera que a su vez media mundos lejanos, descripciones que los jefes
indios otorgan en 1559 a Chaves respecto a estas tierras de fusión. Según
Susnik, la ascendencia tupi-guaraní del corregimiento de Tarija (antigua San
Bernardo de la Frontera) se debía a las migraciones paranaense por el Bermejo y
el Pilcomayu –Itica-, que junto a los
que del centro van por los ríos Paraguay
y Caaguazú y pueblan los valles
centrales de Tarija, Paspaya, Pilaya, Tomina, Mizque y Santa Cruz y también
aquellos que migran tomando el río Grande o Guapay –Guapa-i-poblando el Avapó
hacia el norte amazónico. La influencia ava-tupí-guaraní salta a la vista en
las encomiendas reclamadas por las expediciones europeas del Río de la Plata14. A estos ava que migran
por el Pilcomayu y se sirven de los chanés que eran muchos, los ven actuar ya
en 1542 (Susnik,
1968: 172)
en guerra simultánea con sus por entonces enemigos hereditarios del Chaco. Hoy
los ava(s) tupi-guaraníes que habitan las estribaciones andino-chaqueñas de
Bolivia conforman núcleos territoriales continuos y discontinuos entre tres
Departamentos republicanos y siete provincias involucradas.
Nuestro
empeño se concentra en una región reducida e histórica de las zonas y
territorios ava-tupi-guaraníes –Tekohá histórica- entre las cordilleras y
chaco, en circunstancias de guerra y alianza -dentro y fuera del tiempo
estatal-, simultáneas al mismo estado y a su falibilidad crítica constitutiva.
2
Hablemos brevemente de lo
que caracteriza a estos grupos dispuestos en ese espacio migratorio y de
vínculos genealógicos territoriales tanto de guerreros tupi-guaraníes como de
europeos, incas y aymaras.
La
posibilidad que incas y señoríos confederados sugieran un pacto necesario de
guerra contra los llamados chiriguana, podría implicar a su vez imaginar un
papel jugado por los europeos respecto a que allí ellos también decidieron
hacer frontera, y como de facto acontece según persiste la guerra manifiesta en
aquellas documentaciones y registros de territorialización y conquista,
confirmándose tales caracteres de alianzas y exclusiones en textos etnográficos
recientes (Platt,
et.al., 2006)15. Hubo una vez en que
incas, aymaras y europeos conformaron incursiones y expediciones conjuntas para
ocupar y hacer guerra a quienes no quisieron compartir costumbres, ni por ley
alguna, ejercer una sola religión, condición para perecer o sobrevivir en un
mundo autoritario y monoteísta radicalizado -patriarcal- en expansión y
perseverancia (Sol, Dios, Estado), si vemos reafirmarse como mundo
constitucional y público, invisibilizando aquella franja media, crítica y
temporal, recurso constitutivo de tiempo que pertenece a frontera.
Otra
imagen simultánea al estado entonces, la frontera –infinita- ficción
sintomática si consideramos la construcción de imágenes como tras-míticas y
válidas de cambio (ficcionales, metafórica y constelativas: universales).
Recordemos que en la especificidad del estado vemos posible su propia
descomposición de lo que lleva para sí recurso económico -tiempo-rastro
reductor-16: aquella vieja actitud
griega en que Antioqo el Loco (Siglo
II a.C.) constituye la irreductibilidad del estado monoteísta griego
considerando sus dispositivos éticos, religiosos y míticos, factor decisivo en
la conquista territorial –de Occidente contra Oriente- como se dibuja la
relación de religión y violencia estatal, luego de cientos de años: imagen
de retorno plurisecular17 cuando imperios, coronas e
iglesias participan de una y general misión en aquellas infinitas como posibles
fronteras no solamente andinas sino europeas y luego pero antes americanas, donde exceden disformes
instituciones y códigos globales. Nos quedamos con esta huella simultánea del
estado, más allá de los lugares y las épocas en un código simultáneo
tras-temporal –recurrente-, en un sin-tiempo crónico y deficitario.
Consideremos
que éste también resulta en un muro metalingüístico –respecto a nuestro cuerpo
mismo- que no agota sino potencia la metáfora religiosa habitual en aquel
universo de conquistas, lo que al contrario, confirma una espesa ambigüedad,
resultante en algún modo posible o no de atrapar instantes de mundo
pre-colombino-hispánico-europeo, lo cual nuevamente abre infinitamente la
imagen de universalización de la deuda constituyendo asimismo sus propias condiciones
de imposibilidad. Hipótesis de imposibilidad en la frontera, no contar con
semejante ficcionalidad incondicional al pensar y participar, supone también
dejarse viajar en aquella metáfora universal de mediación cuyo recurso dijimos
es tiempo, factor de vecindad constituida luego como patrón público y de
amistad, extensión y anexión de la franja que media institucionalidad y
derechos constitutivos en América, en toda la tierra y en el tiempo general
invisible que pertenece al rey.
“… También se advierte que este nombre vecino se entendía en el Perú por los
españoles que tenían repartimiento de indios; y en este sentido lo pondremos
siempre que se ofrezca…” (GARCILAZO DE
LA VEGA, El Inca. Comentarios reales. Op.Cit. Pág. 20)
Insistimos
en la posibilidad de que ésta deuda de amistad, desde su aceptación imposible e
irreducible, en su soledad monolingüe se descompone en la medida en que se
neutraliza tiempo, pues en esa simultaneidad griega y americana (más-allá de
los siglos), se asientan y habitúan prácticas, se dibujan perfiles de
metafrontera, la conciencia espacial id-entitaria que para el
constitucionalismo público presente supone aquella múltiple como simultánea
barrera inaugurada con el discurso naturalista frecuente en las justificaciones
religiosas del monoteísmo y los desplazamientos de la ética en las
constitutividades energéticas –ontológicas- de un cuerpo social concreto y
general, Yo colectivo, siempre incompleto y excedentario, desnudo y en frontera
a su propia re-presentación de auto-escucha libre y segura (causal)18. Esta causalidad condena
luego incidencias territoriales en fragmentaciones conceptuales útiles
temporalmente a su acomodaticia hegemonía, razón pública (política), que en los
Andes bolivianos por ejemplo separa sierra y montaña al oriente andino y rompe –abstrae,
invisibiliza o suspende- lo que de mediación supone comprender vínculos
integrales de territorialidad –andino-amazónica o andino-chaqueña-. Fuera del
evolucionismo, lo contrario ofrece una imagen de opresión y degradación de
mundo, y en esta imagen fragmentaria expresiones de orden cardinal (norte-sur y
eje civilizador) –hegemonías, dependientes y verticales- testifican las fuentes
sobre frontera, -muro natural y lo que esto lleva consigo- alimentando una
lógica de vida crítica, incoherente y deficitaria.
Así
como las alianzas del Pacífico y Andes, en el Atlántico, Amazonía adentro desde
el Sur hasta el Norte extremo de las Guayanas que empalman con Caribe y mares
del Pacífico, al otro extremo en las planicies del Mato-Grosso, de la
mesopotamia paranaense y desde la humedad y aridez chaqueñas hasta los yungas
interandinos, supone un múltiple como complejo ecosistema transversal que aún
hoy la razón pública ignora19 donde las primeras alianzas de guerra
conforman asimismo el dato más notorio y singular, esto es la constancia que
los pactos, recursos y regalos (metal, prisioneros y mujeres) conformaron
primero su propia posibilidad de mundo en las cordilleras, quebradas y prados
andino-chaqueños y justificaron luego conquistas militares y religiosas, cada
vez más sofisticadas en lo militar y tecnológico. Las relaciones transversales
se invisibilizan y se sumergen de inicio en misterios y leyendas, en vecindad
crítica, peligros e ilusiones deficitarias de guerra.
Las
valiosas y siempre escasas referencias prehispánicas respecto a algunas formas
de relacionamiento y articulación entre los ava-guaraníes con pueblos, señoríos
y ayllus centro andinos, a través de la mutua
etnonimia: unas veces regalo de alianza y otras señal despectiva de guerra que
evidencian las fuentes de memoria –crónicas, expedientes y estudios europeos y
americanistas-respecto a la intensidad transversal de las relaciones
interétnicas andino-chaqueñas y amazónicas20.
“… En Huancané, cada año para la fiesta de la
Cruz (3 de mayo), se juntan muchísimos conjuntos de sicus y tocan todo el día la música llamada ‘Chiriguana’ que
recuerda un combate librado entre los Huancas (del Perú central), reclutados
por el Inca, y los Chiriguanos invasores, llegados del Paraguay: la única
incógnita concierne al lugar de la batalla (si fue en las estribaciones
orientales o cerca del lago); el hecho es que, después de su victoria, los
Huancas fueron asentados en las orillas nororientales del Titicaca.” (SAIGNES, Thierry. En busca del poblamiento
étnico de los Andes bolivianos (Siglos XV y SVI). MUSEF. Avances de
Investigación Nº 3. La Paz. Bolivia. 1986. Pp. 46. Segunda parte. Fuentes
andinas. Pág. 21)
3
“… Singularidad realzada por la aparente desproporción
entre medios y fines: esos indios que recorrían, escribe Anchieta, hasta más de
300 millas cuando iban a la guerra, se contentaban con cuatro o cinco enemigos
capturados, dando por terminada la expedición. ‘Sin cuidar de nada más,
regresan con grandes griterías y fiestas, y copiosísimos vinos, que fabrican
con raíces, para comerlos, de manera que no se pierden ni siquiera la menor
uña, y toda la vida se vanaglorian de aquella egregia victoria. Hasta
los cautivos juzgan que les sucede en eso cosa noble y digna, deparándoles muerte tan gloriosa, como
ellos juzgan, pues dicen que es propio de ánimo tímido e impropio para la
guerra, morir de manera que tengan que soportar en la sepultura el peso de la
tierra, que juzgan ser muy grande’ (Anchieta a Loyola, Piratininga, 1554,
ed. Viotti, 1984: 73-74).” (CARNEIRO DA
CUÑA, Manuela. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. Op.Cit. Pág. 190. Yo
subrayo)21
Los
Tupinamba del atlántico son enviados aquí como contraparte gemela de los siriguana en las cordilleras
andinas. Fueron estos entre otros, estirpe guerrera abstinente de la carne que
consiguen y cautivan, así como de mujeres que poseen, pero no está por encima
sino que a partir de tal paradoja y solamente así, accede más-allá de la
tierra, en otra tierra donde se anula la paradoja misma de su vida de guerra
que es la muerte y la posterior esclavitud de sus cuerpos y sus mitos.
‘No eres tú de la nación de los maracajás que es
nuestra enemiga? ¿No has muerto y devorado a nuestros padres y amigos?’
El prisionero confirma: ‘Sí, soy yo, los maté y comí a todos’ (J. de
Léry 1972 (1576): 148.
‘Mis
parientes me vengarán’ ” (CARNEIRO
DA CUÑA, Manuela.22
Irrumpe
el diálogo en un espacio especialmente performado para el rito guerrero –terreiro
dicen los cronistas23-
donde un guerrero ornamentado con plumas y mbarakas sabe que muere y esa
valentía resulta nombre que deja
alivianando el cuerpo, de la tierra sobre sí, y alivianando así un –otro- viaje
más a la tierra sin mal; este nombre
que ya no es simple es el que precisa el otro guerrero que también ornamentado,
entonces lo toma, es más, pues tiene asimismo una misión en aquel espacio donde
lleva a su igual a dejar huella que tomar, simultáneamente este nombre
oscilatorio paradójicamente es decisivo, pues como actitud y acción materializa
rodeos (abstinencias y deseos de carne y pareja) -de su igual y alterno,
próximo, la gente, hombres o mujeres- marca del cuerpo ungido y cultivador
tupi-guaraní. Esta imagen sugiere aquí una condición poética, si la hubiera,
más porque anula que por representar alguna idea del instante activo creativo,
algún heroísmo, por lo que su narrativa si bien clausura, abre y desafía en un
acontecer energético que estos escritores tupí-guaraníes refieren yeepi y muchos cronistas y también
autores traducen vanamente como simple venganza,
factor de temporalidad tupinamba a lo que aquí proponemos como código desnudo
de mediación24. Esta imagen asociada a la
marca integral y oscilatoria –ética y estética: artística- de guerreros que se
co-implican y aproximan más a ejercer obra
en el sentido amplio de conciencia energética, lo cual desplaza la carga unívocamente negativa de odio que el tabajara y-o tobaja implica allí en frente cuando promete vengar y comer –ya
no sólo a su enemigo sino al mismo tiempo, identidades y estado-
“El jaguar ocupa en el sistema Tupinamba una
posición singular. Dice Jácome Monteiro que se pensaba que hubiera sido un ser
humano en otros tiempos (1949 (1610): 418) y es famosa la frase de Cunhambebe: ‘yo
soy un jaguar’. El jaguar podía, como un enemigo, ser muerto en el terreiro con toma de nombre
(Cardim, 1980: 26). Pero un trecho de Thevet (1953 (1595):156) cuenta cómo, después
de muerto el jaguar que estaba preso en la trampa, es traído para el terreiro y adornado ‘como un prisionero
que va a ser comido’. Se le dirige al jaguar un discurso que es lo inverso del diálogo con el cautivo. Se le
pide que disculpe una muerte que no fue realmente intencional, que la olvide y
que no quiera vengarse de los hombres. Discurso del olvido que es lo contrario
del discurso de venganza y al cual acompaña una abstención significativa; el
jaguar no es devorado” (Nota al pie Nº 8. Pág. 189. Yo subrayo).
Estos hechos
acontecieron posiblemente en diversos espacios, simultáneos y extensivos de las
relaciones sociales y colectivas, fiestas y rituales colectivos generalizados
donde se sirven de carnes cautivas en todas las formas culinarias, no
necesariamente en un ritual fragmentado que dura -según se dice a eso, con
precisión, fragmento de tiempo-, sino al contrario, sin tiempo ya, en un
continuar múltiple energético: sin-retorno, espacialidad que asimismo migra y
se transforma más allá de una tierra pasada en un tiempo ido, sino siempre allí
ya ni siquiera presente, como cuando se baila sin descanso con alimento justo
para alivianar los cuerpos decididos en acción y así migrar de la tierra.
Entonces esto al parecer manifiesta una imagen integral de aquello que logra
neutralizar o anular aquí al tiempo mismo, ya que esta marca si persiste es
porque manda –ahí radica su valor- en
cuanto rastro ético que rige de múltiples maneras (pautas energéticas) las
constelaciones vigentes y vivientes.
Aquí la figura
misma del círculo oscila: es pero no es una figura única o simultánea –racional,
justa, común y positiva-.
La decisión
afirmativa, sin embargo advertimos, no logra asentarse nunca en el mundo que
supone una realidad representada, imposible de traducción aunque emergente en
esta singular dialéctica – diálogo excedentario- que hace a la guerra y a la
venganza: ‘sí, yo comí muchos de los vuestros’ resulta en una afirmación
paradójica que manifiesta valor porque anula tiempo y conciencia, valor
excedentario, no-valor que no afirma nada, sino que visita textos míticos y
rituales conforme al mandato profético tupí
y guerrero guaryní en estas
imágenes simultáneas de sincretismo y mestizamiento místico, operación
emergente y excedentaria que nos envía –y nos invita- este complejo integral territorial.
“... (Dice el matador) ‘Sí, aquí estoy yo.
Quiero matarte pues tu gente también mató y comió muchos de mis amigos’. Le
responde el prisionero; ‘Cuando esté muerto tendré muchos amigos que sabrán
vengarme’ (H. Staden 1974 1556): 182. ver también A. Thevet 1953 (1575): 280 y F.
Cardim (1980:99)” (CARNEIRO DA CUÑA,
Manuela. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. Venganza y temporalidad. Los Tupinamba.
Op.Cit. Nota al pie Nº 6. Pág. 187).
4
Hablemos también de la
falibilidad estatal posible desde la perspectiva excedentaria que la
singularidad tupi-guaraní –siri(chiri)guana- ofrece para pensar e interpelar –y
demandar- vínculos de transformación en coyunturas de apertura institucional
crítica.
Cito esta
característica de nombre para rescatar la nominación étnica a partir del
parámetro de mestizaje migratorio, posibilidad donde el ava-guaraní –guerrero y
migrante excendentarista- es abstinente co-implicado
y manifiesto: siri -se
expatria a sí-, distinto y a la vez
diferente, rastro de nombres y
epítetos otorgados en sus círculos relacionales y de guerra correspondientes al
tiempo de conquista.
“B. Susnik ve en Siri el término que habría
designado el palmar chonta en las lenguas arawak, y que habría sido adoptado
por los chiriguano y los guarayu; pero esta palabra se encuentra en el Tesoro
de Montoya [(1639) 1876:115), elaborado en la zona paraguaya bien lejos de los
grupos arawak. Por otra parte, Romano y Cattunar dan siri, ‘expatriarse’
(1916:14), lo que se aplica muy bien a mestizos que son también migrantes. El
acercamiento entre siri y chiri es confirmado por una carta del P.
Martínez (1601) quien escribe también Chiriguana como Siriguana (Crónica
anónima 1944:498). En cuanto a la final del nombre de los sirionós, está
prestado del plural de los sufijos arawak para los nombres étnicos (ver Arte de
la lengua moxa del P. Marban, 1707). (COMBES,
Isabel. SAIGNES, Thierry. Chiri-guana: Nacimiento de una identidad mestiza. En RIESTER, Jürgen (Editor). Chiriguano. Pueblos indígenas de
las tierras bajas de Bolivia. Nº 3. Santa Cruz. 1993. Pp. 674.
Pág. 88. Yo subrayo)
Este valor siri de expatriación sobre su
propio cuerpo, otorga a tupi-guaraníes migrantes una múltiple consecuencia
territorial energética: primero, queda registrado que cada contingente migratorio
de guerreros tenía que recorrer una senda distinta y nueva hacia la tierra sin
mal –ÿvÿ-ÿ- marae-ÿ-, en guerra. Esta proeza solamente
reservada a los guerreros, confunde a los distintos enemigos puesto que al
querer huir de alguna oleada migratoria se topaban con otros guerreros
migrantes. Tal actitud muchas veces fue compensada por la captura de
prisioneros por lo cual accedían a mujeres las que por otro lado también eran
preferentemente cautivadas.
Siri-uana: este nombre también se abstiene en la
guerra, en cuanto imagen que condiciona su paso en la tierra para ir tras otra tierra, cautivando prisioneras
arawak-chané (guanas, onos) para desposarlas patrilinealmente, esto es cautivando suegros y cuñados –tobaja: el que está en frente- siempre distintos en continuidad ritual
fágica, guerrera y religiosa –absteniéndose de comer aquel guerrero- para
reclamar así más mujeres de las cuales también se abstiene en el ritual de la
guerra que le obliga a migrar, mestizar y poblar.
“…estos chiriguano no son otros que los
acompañantes de Alejo García. – esto es casi únicamente hombres, guerreros, que
pocas mujeres seguían (esto, durante las migraciones propiamente indígenas que
ponían en movimiento al grupo en su conjunto)-.” (Combes-Saignes, Op.Cit.: 89.
Nota al pie 22).
Su
alterna racionalidad sexual que manda la guerra simultáneamente, le prohíbe a
la vez que le supedita a dominar y aumentar, lo que resulta esa imagen de las
diversas gentes chané arawak –uanas,
onos- cuya riqueza cultural motiva ese deseo y tránsito específico que
posteriormente defienden, resguardan y asientan en la cordillera de su nombre:
Combes y Saignes, apoyándose en Susnik, atribuyen aquellos gestos rituales a
que “los conquistadores guaraní sufrían un
desequilibrio crónico del sex-ratio (cf. Susnik 1968: 176)…” (Op.Cit.: 89), a lo que relacionamos ritualmente con esa
excedencia (mandato abstinente) que es la
guerra en el expatriarse –siri o chiri-tupi-guaraníes que posiblemente
fluyen y retornan- especialmente con la incursión europea que hace que se
asienten diferenciadamente sin retorno en el límite de otra apertura que entre
muchas propician, por ejemplo sus hijos comenzado el siglo XX (1912): recuerdan
e informan a fray Bernardino Nino, conocido como el último misionero de los franciscanos
en el Chaco boliviano25,
en la tradición oral ava-guaraní de principios del siglo XX, los más ancianos
referían a sus antecesores en el Brasil hacia el oeste, escapando luego de los
españoles por el Chaco: “… el cronista de Potosí,
Cañete, habla del poco éxito chiriguano en cuanto la conquista del Candiré y
que ‘… fortificándose muchos de ellos sobre las costas
del rió Pilcomayo y Fronteras de Tarija’, quedaron ‘con el título de
Chiriguanos’…” (Susnik, 1968: 171)
“…
según el P. Patricio Fernández, los Guaraníes participantes abandonarían ‘el
nativo Guayrá’… participaron también los Itatines como lo confirma la
declaración del guaraní Çurubaý y constatan los interrogatorios de Irala a los
Chanés; la participación de las parcialidades era, por ende, heterogénea, y, al
parecer, divididas eran también las intenciones de la marcha: el movimiento de
una simple entrada con pillaje y una movilidad ya migratoria; muchos volvieron
con garcía, pero quedaron otros ‘perdidos’, es decir, localizados en la zona del
recorrido… Durante la retirada de García, los Guaraníes sostenían importantes
luchas tribales al cruzar las tierras de los Gorgotoquis sur-chiquitanos;
cuáles fueron los grupos guaraníes que quedaron en las nuevas tierras, no se
puede precisar, pero existía la tradición de los ‘chiriguanos antiguos’, los
primeros guaraníes llegados y anteriores a los que luego luchaban con los
españoles; el informe
del Lic. Polo recoge parcialmente esta tradición; en tiempos precoloniales ‘…
vinieron á esta tierra en compañía de un Portugués que se llama García, mas de
mil de los Topis y hizieron ciertos saltos en esta Provincia en la de los
caracaros…’” (SUSNIK, Branislava. Chiriguanos
I. Op.Cit. Págs. 169-170)
En
el sentido que subrayamos aquí, la singularidad simultánea que emerge de la
condición tupi-guaraní asentada en la cordillera andina, además de iluminar un
mestizaje característico en su modo de interacción de guerra, similar a sus
referencias alternas –compatible con nuestra estrategia investigativa respecto
a los Tupinamba, “hermanos gemelos en las costas del Atlántico” (Combes-Saignes, 1995: )26- es justamente y por el
contrario respecto a esa ambigüedad simultánea constitutiva al ethos guerrero,
nombre desde donde interpelamos un posible génesis étnico. Siri-uana: tal mestizaje es excedentario a esta situación, sin
origen, de vencedores, que a tiempo de cautivar desposan, sacrifican y comen;
es en este terreno alterno como su equiparación asimismo se ilumina respecto a
la situación reductora igualmente simultánea de los europeos, para quienes la
metáfora múltiple de la guerra - cautiverio, sacrificio y engullimiento-
también excede en el recontexto y la reañadidura –su ‘ser’ ya no es-.
La
condición energética para tales excedencias –simultáneas y abiertas que aluden
al mestizaje- son críticas porque interpelan presencias o ausencias,
representaciones originarias de algo, único, deficitario en cuanto factor de
posibilidad exclusiva respecto al otro diferente y ambiguo, cuya posición
espacial se desorbita para señalar el lugar –nombre y cuerpo- de dicha crisis y
el punto de su excedencia –del yo virtual chiriguano
que por el contrario subraya esa ficción única del otro, ciclo interminable,
que aquí se condensa en el veredicto posible -historia y ciencia- que sin
embargo es incierto, continuidad genealógica y alteridad de lo mismo, crisis
constitutiva en cuanto nombre, sujeción activa y rechazada (invisible o tal vez
oculta) por quien envía –desde su interlocución constitutivamente virtual- otra
imagen posible de este movimiento ritual, que pasa apenas siendo en la decisión
espacial y específica de nombre: tupi-guaraní, guerrero migrante, ava
expatriado (siri) y mestizo (con uana)27. Por eso su productividad como nombre conmueve
su signo, lo anula y transforma, valor que no conlleva necesidad alguna de
traducción (de lo mismo) sino de desciframiento, más allá del nombre mismo siriguana aparece aquí por su
constitución mestiza y ambigua excediendo al título y a la lengua que desea
articularlo en cuanto centro y pretexto de la frontera y del estado. Es
probablemente por esta doble condición -fagia y memoria- y memoria fágica del
nombre en la guerra que los ava-tupí-guaraní rechazan y hasta olvidan o niegan,
que tal condición de ambigüedad y expatriación se torne singularmente
cataclísmica, legítima pero en distinto lugar de esta guerra y sobre todo más
allá de ella y su tiempo –y de un yo étnico-, sino en aquel reañadido y
recontexto del mestizaje donde irónicamente siriguana emerge transformado-a
para reclamar su jerarquía y valor medio oscilante del yeepi –fagia,
vaciamiento estatal- donde cuerpos y nombres pasan y se rehacen.
5
Intentamos exponer tal
absorción ritual y energética de la conquista que trajo esta simultánea forma
de guerra y muerte. Esto hace posible que más que interdicciones religiosas o
prohibiciones civiles en sí mismas, sean las propias condiciones de
comportamiento e intercambio productivo -basadas culturalmente en el tiempo,
por ambos lados, en guerra étnica- las que hayan transformado durante los
siglos xvi y xvii el temprano carácter étnico de frontera. Todo esto, sólo en
el caso en que no sea ya posible distinguir más que una lectura de tiempo,
ceguera y auto-escucha que patentan rastros de palabra y nombre en plenitud –lúcida como única narrativa- conforme
transcurren los siglos xviii, xix y xx pero excedentaria, para retornar –rehacer-
desciframientos de un mundo invisibilizado, investido y tras-visto en nombres.
¿Cómo habrá
agudizado las contradicciones en la cordillera que el significado de las
palabras se invierte respecto a su significado inicial? Este es el caso de karaí siendo aquel que indica un
tipo de respeto al ava común que en sus atribuciones tupi-guaraníes se le llama
a gobernar, este mismo nombre usurpan cronistas sacerdotes, pues al inicio de
los contactos estos europeos aparecieron ante los tupi-guaraníes como los otros
karaí: guerreros, sacerdotes y chamanes que conducirían a los ava hacia la
tierra-sin-mal. Esta operación conocida y muy compartida que se atribuyen a
conquistadores religiosos europeos, que implica un secuestro de sentidos y
apariencias mítico-religiosas, un liderazgo distinto al liderazgo impuesto en
las misiones proporciona otra imagen tras-vista de una en otra atribución ética
respecto al ava-tupi-guaraní y su territorialización misional. Son los
chamanes, sacerdotes misioneros quienes ejercen en el tiempo un recurso vulgar
metafísico que es pensar tiempo a partir de apariencias únicas, condiciones
constitucionales de vida pública en América.
El dinamismo
radical de la lengua guaraní que, según sabemos, es donde los cronistas
sacerdotes – jesuitas, franciscanos y otros- se sumergen, permite asimismo
experimentar un giro significativo y ontológico todavía inexplorado en la
cordillera oriental de los Andes, especialmente para descifrar el carácter no
solamente ambiguo sino tras-visto que van conformando estos signos genealógicos
de imágenes y nombres.
“…La carne doméstica subsiste con la del
venado. Y sabemos que las estancias misioneras contienen ‘todo el amor del
indio por el padre’… Cabría entonces revisar el clisé del conflicto vaca-maíz
en la América colonial y notar la ambivalencia chiriguano frente al ganado
bovino: se rechaza a los estancieros pero se codicia los productos de
la crianza bovina. Es más, en las agitaciones chamánicas, se perfila una
equivalencia entre el animal y el blanco: ¿el hecho de consumir su
carne no equivaldría a una sustitución simbólica, eso es a un acto de
antropofagia metafórica? En este caso, los banquetes de la coalición ofensiva
renovarían los antiguos convites caníbales del siglo XVI, cuando los ava
conquistaron la Cordillera.
Matar las vacas y a los españoles es la primera
parte del programa profético. La segunda es ‘lograr el cautivo de muchas niñas,
las que se estimaron para que fuesen sus mujeres y robar de las tiendas cuanto
pudiesen para vestirlas y vestirse ellos a nuestro modo’ según un español que
ha pasado cinco meses de cautiverio en los pueblos del Pilcomayo (17.III.1779,
ANB R 84). El sueño de ‘vestirse como los blancos’ remonta a dos siglos antes.
En 1583, Candio prometía a sus aliados: ‘ellos se han de vestir sus vestidos y
han de ser españoles’ (Mujía 2: 508). En 1727-28, los levantados
saquean las iglesias y andan ‘vistiéndose los ornamentos sacerdotales, las
albas sirviendo de camisas a las indias, las casullas a ellos de ponchos’ (T.
Gonzales, BN Rdj I, 29,4,24). Hemos visto que hay varias modalidades de
conseguir bienes occidentales: el trueque, la misión (mediante las
distribuciones de carne y camisa), la guerra. Los tumpa ofrecían algo más, la
garantía mágica y una verdadera inversión del orden colonial: al morir los
karai y sus ganados, al tomar sus mujeres y al vestirse a su uso, los ava se
volverán a su vez españoles, esto es los nuevos y potentes amos de las cosas.”
(SAIGNES , Thierry. Ava y
karai. Ensayos sobre la frontera chiriguano (siglos XVI-XX). Biblioteca
andina. Hisbol. 1990. La Paz. Bolivia. Pp. 272.Tumpa contra
Mburuvicha. Pág. 172-173. Yo subrayo)
¿Qué relaciones
encontramos en estos trastornos míticos respecto a nuestro abordamiento
excedentario? En relación a la inversión energética desplegada en
tras-vestimiento -apoderarse del cuerpo para actuar detrás del vestido… y
conquistar mujeres que como guerreros intuimos en ellos alguna continuidad
ritual tupi-guaraní. Aparentemente se trata de cautivar con las reglas del
otro. Esto refleja un mandato chamánico que como emergencia de una cuenta
ritual energética, tüpa, tal
gesto sincrético rompe y transforma la estrategia profética tupi-guaraní
disgregando y administrando de alguna manera memoria, olvido y esperanza, ya
que el trueno destructor y constructor plantea aquí justamente una
transformación radical e inédita, que es como aparece sin embargo un mesianismo mestizo en la cordillera
oriental de los Andes. Los mismos líderes chamanes y guerreros –tüpa, no es
extraño que sean ungidos con el nombre que sobrepasa el mandato cotidiano,
cualquiera sea el Mburuvicha que al pasar la guerra ya dos siglos (fines del s.
xviii) todo el liderazgo político patrilineal comienza a comprender la
imposibilidad de centralizar alianzas y efectivizar una guerra de alianzas sin
el estado, con y ante el cual expresan pleno y mutuo deseo cuando unos se
comprometen y luchan contra el rey. Estas alianzas no son extrañas si
consideramos que los tupi-guaraníes vieron a los europeos como los otros karaí,
enemigos y aliados, especialmente los misioneros –chamanes-. Por el siglo xviii
y xix, eso explicaría la asignación recurrente por parte del tesoro público
como funcionarios en la frontera28, aliados de guerra precisa pues ese líder
expatriado comprende que no le queda camino de vuelta y sólo le importa la
seguridad de sus guerreros, sus mujeres, hijos y familias. Hasta allí aquello
es propio y conocido por los tupi-guaraníes; pero la tierra sin mal ahora
implica un itinerario ritual más complejo: primero se dirige a defender su
tierra en esta tierra y cabe preguntar dónde y cómo cabe la otra: no perder
toda la tierra ni la otra cuya condición fágica de aprehensión corresponde
asimismo a otro mandato, comiendo ganado (base de reproducción económica del
otro), reluciendo sus ropas e identidades (asumiendo totalmente la presencia
contraria, transformándose en el otro) y consecuentemente borrando al
contrario: singular (sintomática) imagen del mesianismo sobreabundante en la
conquista espiritual europea29 y a la triunfante hegemonía estatal sobre la
mente pública, sus mitos, formas, símbolos y esencias que invisibilizan toda
contradicción: indios ahora griegos que ensayan a hacer con ellos mismos lo que
a ellos hicieron antes supone una imagen del ritual consecuente con los
misioneros pero en cuanto ritual cocinado
en el tiempo, condiciones del rodeo constitutivo que materializa lo vicario y
representativo; luego sí tiene mucho que ver con la crudeza que un día significó
obligar a los indios a vestir otras ropas para hacerles parecer al otro
(europeos). Tal vez ya sólo rebeliones neófitas y mestizas, ambiguas, podían
encarnar rituales de tras-vestimiento, otorgando a la guerra la posibilidad de
esta alianza radical con el otro, pues ser como el otro muestra esta imagen
aparente de comerse los cuerpos –identidades, tiempo y estado-.
Esto
marcaría el inicio de un nuevo ciclo de guerra y alianzas, nuevas deudas con el
nombre confundido, oculto, oprimido y exclusivo, deudas con hambrunas y
esclavitud: siriguana o chiriguana
alude entonces al rastro de toda esta memoria ritual y territorial compleja, en
crisis activa, productiva. El hecho que su autonominación eluda el nombre que
asimismo se refiere a gente guerrera migrante y mestiza –siri- que desposa al chané arawak, suspendido el tiempo y su
ficción ética que aprisiona y persevera a la guerra, eligen el nombre común y
simple del ava (persona); con el arawak chané (gente) sabios uanas asentados en las cordilleras que
los llevarían a la montaña, al valle y a la puna donde reina el dueño del metal
inca fue parte del cumplimiento de un
mandato profético que luego cambia de rumbo y explota, mito que enloquece y
también resguarda. Arriba a un desierto en que la totalización del otro se
transforma en otro mandato: no sólo transforma al tras-vestido como grotesco,
ficción de derrota “total” cuando el mandato chamánico se trastoca y se filtra
todo esto a cuenta y favor de una conquista espiritual de abolir aquella dicha
barbaridad manifiesta, sino que enloquece la propia representación de lo
tras-visto y tras-vestido manifestando a la vez perfiles fágicos de la
constitutividad misional en la imposición del bautismo católico30.
Ya
no el altivo guerrero que cautiva y vence, come; otro día es comido como
neófito que pide vestido y alimento. Guerrero es fantasma domesticado que acude
al llamado que manda a matar vacas, comerlas matando al que está en frente –el
dueño de las vacas- tobaja
español para vestirse como él y así ritualizar una victoria vertical simbólica,
muerte simbólica al padre (misionero y patrón) simultánea a su plena
posibilidad vicaria y falaz, constitutivamente reducida a derrota, pero a la
vez constitutivamente abierta a otra victoria, embrionaria en lo grotesco mismo
de aquellos asaltos. Por otra parte, los asaltos acababan siempre en disputas y
huidas internas, perjudicial totalmente tanto para los planes proféticos como políticos: crisis que
fragmenta totalmente lo profético de lo político, inmovilización que coloca en
posición decisiva la fuerzas rituales resguardadas y trastornadas en complejos
y constelaciones colectivas cataclísmicas –apropiaciones energéticas y
arquetípicas- que benefician su asimilación cultural, que desde el ritual de
guerra tupi-guaraní, a finales del siglo xix implica o victoria militar o
engullimiento estatal -nuevo éxodo y esclavitud-. Aquí la guerra adopta este
perfil cataclísmico: muchos guerreros deciden ser canibalizados que vagar como
esclavos y sus cuerpos yacen ahora enterrados entre Chaco y estribaciones andinas.
El extremo
pionero tupi-guaraní en la cordillera velozmente asimila un sedentarismo
inédito y ambiguo, pues son especialmente decisiones políticas y autónomas que
les vincula al tiempo estatal y a su razón pública, que los ve como viejos
socios y aliados de guerra contra el rey y el estado. No todos pero si algunos
de ellos abren senda en esa dirección. Su guerra desde inicio hizo juego con el
hierro, el dinero y el prestigio territorial en curso de conquista y
contra-conquista, con pactos previos sea con líderes políticos aliados –Mburuvichas-
bajo presión de los guerreros jóvenes –kereimba- quienes en los hechos son
quienes responden a las convocatorias chamánicas pues intuyen calamidad y
esclavitud sin tierras ni modo propio tupi-guaraní, algo dijimos incompatible
con el viejo guerrero del atlántico que decide morir dejando carne y nombre. Si
aquello parcialmente ocurre es que aquella búsqueda que ahora hace abstinencia
de nombre –nombre temido, prohibido y estigmatizado: chiriguano(a)-, aquello que es rastro crítico donde reside a su vez
la condición activa tupi-guaraní, deberá inaugurar vínculos para descifrar
colectivamente su posición en el pacto transformativo de hoy.
La posición
estratégica que queda al tupi-guaraní chaqueño, cordillerano y mestizo, se basa
en una pugna con la parte fragmentaria que le amenaza desde su nombre siriguana de migrante y expatriado –
mestizo por voluntad propia, por deseos y necesidades territoriales y
religiosas- por la articulación deficitaria de su nombre con salvajismo o
barbarie. Se niega el nombre que sin embargo lo precisa e identifica como
vínculo decisivo –aliado- de frontera. Ahora son ava-guaraníes cuya tierra
prometida es pertenecer plenamente a la nación, conquistar un status a costa de
su nombre es también la imposición civil estatal y nacional: el otro ha sido
abarcado en el uno mientras que su excedente manifiesto en las parcialidades
contrarias atentas al tumpaismo cuyo intento de fugar, hechar por la borda todo
pacto político con la pirámide jerárquica desorbita, ridiculiza y anula, al
estado, desde la guerra y cuerpo sacrificado como ritual y mandato de rehacer
nombre y guerra.
6
Complementemos otro perfil
de la imagen de guerra con el fin de todo -Mbaé
meguá-, que Nimuendajú sugiere al juego
como misterio y paradoja, aparece como excedencia que resulta del hito liminar
de la cosmovisión guaraní de vida y muerte, pues intuyen la des-aparición total
y lo consuman permanentemente en sus ritos, bailes y sueños.
“Cuando los paié, durante el sueño, han visitado a Ñanderuvusú, han
oído a menudo a la tierra implorarle: ¡ya he devorado demasiados cadáveres,
estoy saciada y cansada, pon término a mi sufrimiento, padre mío! También el
agua clama a su creador para que la deje descansar, como también los árboles,
que dan leña y material de construcción, y el resto de la naturaleza. Y esperan
a diario que Ñanderuvusú preste oídos a tales ruegos.” (NIMUENDAJU - UNKEL, Curt. Op.Cit. Pág. 76. Yo subrayo).
Esta creación
que sugiere una existencia simultánea a la destrucción, resulta crucial para la
“cosmo”visión tupi-guaraní de lo que implica lenguaje y comprensión, dado que
la dinamicidad de la lengua guaraní pone en movimiento esa imagen de oscilación
constitutiva al juego, que abarca y co-implica este lenguaje unas veces como
felicidad y otras como lo contrario, infortunio.
“El incendio de la tierra (Yvý
okay: “la tierra arde”), la caída de la tierra (Yvý oá): “la tierra cae”), el diluvio (y oiaparú: “el agua se desborda”), la caída de las tinieblas (pytu oá: “la oscuridad cae”) y la
llegada del tigre azul (yaguarový oú:
“el tigre azul viene”), son conocidos por los paié bajo el nombre global de Mbaé
meguá... ‘Hijo mío, cuando yo pienso
en el Mbaé Meguá quisiera abandonar todo,
despojarme hasta de mis ropas, tomar solamente mi mbaraká y cantar y cantar’. Así acabó un día su relato Yoguyroký
sobre el próximo fin del mundo...” (NIMUENDAJU
- UNKEL, Curt. Op.Cit. Pág. 89-90)
La
cataclismología Apapokuva parece articularse a sus creencias –no necesariamente
metafísicas- de reencarnación. No teme a la muerte pero confía y también teme
porque los muertos regresan –no para bien o para mal-, sino en condiciones que
los chamanes descifran ritualmente al poner en neutralización activa a la
conciencia racional humana.
“La
concepción de los Apapokúva sobre la conformación del alma con los dos
elementos, el ayvukué y el asyiguá, a primera vista parece muy
especial. Podríamos sospechar un origen externo si pensáramos que se trata de
contraponer los sentimientos buenos a los malos. Pero es claro que no se trata
de la oposición entre el Bien y el Mal, sino entre los diferentes temperamentos
humanos: entre el temperamento flemático-melancólico y el sanguíneo-colérico...
como se manifiesta ya en los padres ancestrales...” (NIMUENDAJU - UNKEL, Curt. Pág. 65)
Este ejercicio ritual
resulta especialmente singular en la confrontación con la muerte, que aquí
aparece retornando a un Yo pero para desorbitarlo, ese no-Yo, confundido,
entremezclado el parentesco reflexivo y des-hecho en su valor
céntrico de la racionalidad –conciencia única-; sino abierto a transformarse y
renacer.
“Sucede a veces que el alma de los padres de
una persona renace en los hijos de ésta. Estos niños, que así vendrían a ser
abuelos de sí mismos, son llamados tuiá
(viejo). No sólo conozco gran número de tales tuiá, sino que mi padre adoptivo, Yoguyroký, me llamaba así de
preferencia. Una vez llegué a preguntarle, con mucha prudencia, por quién me
tenía en realidad; enfadado y evasivo me preguntó, a su vez ‘¿entonces tú no lo
sabes?’. Nunca más volví a preguntarle y por eso sigo sin saberlo hasta ahora.”
(Id.
Pág. 66)
Este
comportamiento respecto a los antepasados que no son solamente humanos y
animales, sino elementales formas de vida primordial como el fuego, por lo que
los ancestros extensivos resultan fuente importante de energía. Es en este
espacio que las relaciones de parentesco se abren y relativizan, pues uno mismo
es capaz de emparentarse con todo y en general toda la comunidad de miembros
resultan de una u otra manera siendo parientes. Este es el tipo de parentesco
que alarma a los misioneros llamados para extirpar la religión de los indígenas
tupi-guaraníes, incidiendo en ese sentido extensivo de pertenencia donde el
individuo cobra energías más que filiación fragmentaria, pues como se dijo, los
ancestros no solamente son humanos,
no siempre parientes lineales, lo que de alguna manera y al parecer interpela a
la herencia política consanguínea fuertemente adoptada por guaraníes en la
cordillera, sino animales y fenómenos – elementos, piedras, montañas y astros.
De la misma forma, todavía merece asombro la transversalidad de tales
comportamientos que matizan aquí los textos en cuanto espacialidades y en
cuanto estrategias rituales energéticas y territoriales de los chamanes
correspondientes a todos los pueblos indígenas, como vínculo de territorialidad
y potencial para descomponer asimismo cualquier ordenamiento sistémico
configurado en el parentesco, y cualquier ficción de individualidad, es decir
que rompe con un sistema de parentesco articulándolo a los elementos que
sustentan el recontexto del fuego en cuanto elemento de pasado absoluto de
frecuencia energética.
“...Otra
estrategia chamánica bastante elegante para dejar de lado el efecto de las implicaciones
sistémicas y los bloqueos subsiguientes en el fluir de la fuerza ancestral es
que no sólo los seres humanos sean considerados como antepasados... Un sueño
con un oso es un regalo de los mayores; no se habla de él y se lo guarda en el
alma, tiene el poder de sostener al que soñó durante años o incluso toda la
vida. Considerar a los animales como antepasados puede ser visto como una
manera simbólica de ir hacia atrás en el tiempo hasta un período de la historia
en que los antepasados no eran ni siquiera verdaderos humanos. Tales
antepasados no tienen individualidad y son solamente parte de la naturaleza,
así como los animales salvajes lo son hoy. Como tales son vehículos perfectos
para el aspecto calor del fuego, que es la fuerza creadora, el calor que
conlleva fuerza.” (KAMPENHOUT, Daan van. La
Sanación viene de afuera. Chamanismo y constelaciones familiares. Alma Lepik Editorial. Quito. Buenos Aires.
2004. Pp. 207. Pág. 63-64)
Ñanderuvusú, creador de todas las cosas cumple con estas
aproximaciones comparativas pues lleva una
luz radiante en su pecho y se manifiesta precisamente en el cenit de la
tiniebla, refiriéndose no directamente al Sol que sigue su camino sino además
de él, por eso esta figura no puede ser despojada de una condición divina que
está más allá de las leyes. Este fuego así es otro sol que asume varias formas,
que habita y crea por ejemplo los fluidos de la vida y así el agua –y- (kuaray Sol y endy
Luz, llevan el sufijo y,
mientras que y o i alude a los fluidos y al agua),
su complemento que asimismo adquiere forma humana, Ñanderú-Mbaekuaá cuya primacía resulta menos activa pero igualmente
frecuencia de su forma, como la forma diferenciada del género, la mujer (Ñandecy, nuestra abuela que mora
en el oriente), que entonces habita y crea a partir de una vasija, amasada por
el propio Ñanderuvusú. La u o ü que alude a este múltiple elemento habita asimismo la
palabra que truena, destruye, rehace
y que mora en occidente, tümpa
o tumpa.
Siendo que la
mujer desposa con ambas formas primigenias, ambos pretenden cultivar un hijo en
la vasija que simboliza el cultivo femenino del simiente masculino y que es entonces que Ñandecy
guarda en su cuerpo amasado como vasija de la tierra a gemelos. Otro dato es que Ñanderuvusú no se estancia en la tierra y
no permanece, a pesar que establece su casa y su chacra en el centro de la
tierra, trabaja un día solamente porque a medida que chaquea su campo crecen
las mazorcas de maíz, excedencia al tiempo a su ciclicidad cronológica que le
permite asimismo migrar ante el primer acto de descreimiento a su ritual,
cerrando con dos plumas de papagayo el camino a la tierra sin mal y abriendo el
camino hacia el tigre primigenio.
“… El creador había levantado su morada en el centro de la tierra y no
lejos de allí estableció también su chacra. A medida que iba chaqueando el
monte, quedaba todo sembrado, las plantas brotaban y aparecía el verde maíz
cuando Ñanderuvusú volvía a casa,
después del trabajo. Ñandecy recibió
orden de ir a la chacra en busca de maíz, pero ella no podía creer que ya
hubiera fruto e, irritada por la pretensión que se le hacía absurda, respondió
con malicia: ‘yo no estoy embarazada de ti, sino de Mbaekuaá’.
Ñanderuvusú
se muestra entonces como un auténtico Guaraní: nada objeta, mucho menos castiga directamente la desobediencia; pero
luego que Ñandecý toma, por fin, la
canasta y se encamina hacia la chacra, él se pone su adorno de plumas, toma su mbaraká y la cruz y se marcha para nunca
más volver a la tierra en forma duradera. Donde se bifurca el camino que va al
cielo y el que conduce a la morada del tigre primigenio plantó la cruz en el
suelo de tal forma que los brazos cerraran el camino que él tomaba y abrieran
el del tigre... dice que cerró el sendero al cielo con dos plumas de papagayo
hincadas en el suelo en forma de cruz de San Andrés. Esta versión del mito es
claramente la más antigua.” (Pág. 69).
El sufijo y según el dinamismo de la lengua
apapokuva- guaraní, dijimos que figura al sol, kuarasý, pero lo hace como femenino a partir de que y refiere además al semen –fecundidad-
y al agua, lo que se vincula también la raíz de fecundidad a la luna, iasý. Esta raíz resulta
importante en la continuidad figurativa del parentesco extensivo: “..che ra’y, ‘el fruto de mi semen’, que define la creencia de que el semen cuaja en la mujer y de él se genera el hijo, la mujer dice: che membý,
voz que se puede descomponer en sus partes: che mena y ‘el agua de mi marido’.
Che ryvý, ‘mi hermano menor’ del hombre; che rykey, ‘mi hermano mayor’ (del hombre),
contienen también la voz: y, ‘semen’ en sus relaciones de antigüedad mayor o
menor.
La raíz: yvyr, y la raíz: yke’yr, que
significan hermano menor o mayor, existen en el lenguaje y cuando han de usarse
en sentido absoluto, toman la t inicial: tyvyr, ‘el hermano menor’; tyke’yr, ‘el
hermano mayor’. Probablemente la raíz: vyr, uyr, (semen del padre),
corresponde a la designación de hermandad...” (NIMUENDAJU - UNKEL, Curt. Op.Cit. Pág. 76. Yo subrayo). También este
entrecruzamiento de complementariedad se manifiesta asimismo con la raíz u- ü que según las apreciaciones
de Nimuendajú no resulta a estas alturas tan paradójica la elección de los
europeos en la designación de aquel que crea todas las cosas para tümpa, pues según decimos junto a
este mismo investigador esta raíz en cuanto toma tiempo la consolidación
territorial conquistadora en la cordilleras andinas esta palabra es tras-vista
y tras-vestida, inversa virtual en su significado dinámico y territorial
(fáctico): en la conquista y territorialización ava-tupi-guaraní en las
estribaciones de las cordilleras andino-chaqueñas de Bolivia.
Breves comentarios para un
próximo itinerario investigativo
Comentamos brevemente el
derrotero investigativo que involucra actividades generales de campo durante
los próximos meses, además de una respectiva sistematización. Continúan
asimismo indagaciones investigativas y se comienzan a organizar experiencias de
facilitación integral.
El desafío aquí
es problematizar radicalmente medios y apariencias en que, por ejemplo para la
estirpe de buenos guerreros tupi-guaraníes aquellos códigos de mandamiento ya
no precisan seguir resguardados, menos en una crematística cultural, sino
justamente lo contrario, reclamar su origen sin origen de su paso simultáneo,
diferenciado y múltiple de existencia, comportamiento productivo y energético
excedentario –mestizo-, pues lo excedentario permite rehacer desde cualquier
espacialidad energética –ética y estética- hechos y textos, condiciones
simultáneas de vida.
Un punto en común
son esas migraciones de búsqueda de la tierra sin mal –yvÿ-y-maräeÿ- que con candiré supone según nos aproximamos una
aparente experiencia de desplazamiento y entrelazamiento mítico, rodeo
propiciado en las nuevas condiciones territoriales sobreviviendo en las
constelaciones de guerra conquistadora: tierra, metal, prisioneros y mujeres,
correlacionadas con esclavitud, genocidio, derechos territoriales y
autodeterminación plurinacional.
Para vivenciar
tal desplazamiento y descomposición (integralidad ética y estética), proponemos
procesos sea desde las constelaciones como del teatro, desde el pensar del
ayllu, etcétera –para mencionar posibles técnicas y dinámicas cualitativas de
participación-, proponemos experiencias de apropiación abiertas a la acción infinita
del cuerpo pero en el momento finito del presente -en su apariencia, su olvido
o guerra, más-allá del presente-.
Esto asimismo
es posible, meditando desde la potencialidad misma de kandire que además de
tierra sin mal, opresión y guerra, es de tierra más-allá de la tierra si
consideramos a éste un intento de decodificación crítica –excedentaria- en
nuestros vínculos sígnicos y lógicos vivos.
Finalmente
meditemos en formas de anulamiento y fagia ritual al estado, con instrumentos
prácticos de facilitación institucional a través de vigencias del yeepi
tupi-guaraní y de su transformación arquetípica.
Lo que
intentamos destacar aquí, es que el hilo conductor de guerra es lenguaje, más
allá de la guerra e inclusive del cuerpo (esto es la tierra –sin mal-), es la
acción tupí-guaraní ante la muerte: su actitud de pasar en la tierra es lo que
vincula, entonces, genealógicamente la ética territorial tupí-guaraní desde
tempranas letras en el siglo xvi, hasta más allá del siglo xix y xx (sea en el
Atlántico como en los intermedios fluviales de la
cuenca del Plata o en Los Andes chaqueños) y lo que habría que dimensionar hoy
es, justamente, que su actualidad en el estado y en la nación -indígena y
multicultural (plurinacional y global)-, son vínculos entre aquel lenguaje y el
territorio, y de su valor ecológico en las relaciones sociales de hoy-.
La crisis de la
etnonimia entonces –chiriguanía- calificada y clasificada según persiste en el
patrón cronológico y evolutivo de conquista, en la ciencia, anuncia desde tales
vínculos críticos (en que status étnico es aquí frontera), más sus
posibilidades productivas de nombre-palabra tupí-guaraní –decisión constitutiva
que hace al lenguaje vínculo energético y valor territorial, más-allá del mundo
de fronteras-.
Introducimos
con estos aspectos de territorialidad, entonces, también lazos y vínculos
fenoménicos de transversalidad ritual, que involucra en cuanto campo factual el
análisis político a seguir: fluctuación de títulos étnicos, las
constitutividades de frontera, las reivindicaciones y transformaciones
territoriales.
La problemática
plural que ofrece Bolivia, supone un afán de pertenencia estatal-nacional
global y la crisis constitutiva a su sucedánea unidad y homogeneidad, marca
sucesivos vínculos deficitarios y sobrepasan o exceden estrategias de
reestructuración y reforma estatal. La envergadura de esta crisis sobrepasa la
univocidad de modelos cuando se pretende controlar diseños desde un mismo
complejo estructural –ortodoxo-, cuando se impone el monolingüismo estatal,
pero también cuando se des-componen los vínculos territoriales y cuando el
estado se confunde entre decisiones éticas y estéticas vulgares.
Este apoyo
investigativo a procesos de facilitación integral, tiene en cuanto proceso
artístico esta enorme posibilidad de des-composición de la espacialidad ética y
estética hoy dispuesta y esperamos verla activa y vertida en avances artísticos
productivos donde sean los mismos cuerpos protagónicos quienes capturen
energéticamente los desplazamientos rituales de conciencia territorial.
La Paz, agosto 2007
NOTAS
1 BRAÑEZ, Carlos E. Vínculos de territorialidad en la frontera chiriguana. “Corazón físico y moral de la chiriguanía”. Apoyo Investigativo en Procesos de Facilitación Integral. Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. Museo Nacional de Etnografía y Folklore. La Paz. Mayo. 2007. Pp. 74.
2 LEVINAS, Emmanuel. La huella del Otro. Taurus. México. 2000. Pp. 117.
3 FLECK, Eliane Cristina D. Tão longe do inferno, tão perto do céu: Amedrontar para converter. História: Questões & Debates, Curitiba, n. 39, p. 155-189, 2004. Editora UFPR. “Várias das práticas atribuídas ao pentecostalismo moderno e pós-moderno constituem-se em “práticas muito antigas da Igreja, antes de ela ser a Igreja Católica”, daí podermos afirmar que o Catolicismo “com o seu culto dos santos e seu gosto pelas imagens parece nunca Ter liquidado o seu fundo pagão”. O neopentecostalismo, os católicos carismáticos, as igrejas da cura divina operam por meio de “arquetipos religiosos que a própria Igreja Católica lhes entregou: pecado, diabo, tentação, inferno, milagre, salvação”.
Em razão disso, para os pentecostais, o mundo está cheio de sinais de intervenções do além, de milagres, sendo que os cultos assumem uma função terapêutica, valendo-se do “cultivo pós-moderno da emoção”. (SANCHIS, Pierre. O repto pentecostal à cultura católica brasileira. Revista de Antropologia. São Paulo, USP, 1994, v. 37. p. 168 – 169.). (Cita al Píe Nº 4. Pág. 2)
4 OP.Cit. “Em relação à Conquista espiritual da América, cabe ressaltar que será levada a efeito “por um clero predominantemente reformado, que soma, ao furor antiprotestante da Europa, um novo ardor carismático”, razão pela qual a Igreja que surge na América espanhola e portuguesa não deve ser tomada pela “Igreja européia, seja em função dos elementos que perfazem esta Igreja, seja pelos grupos humanos sobre os quais ela passa a exercer seu plano missionário”. (KARNAL, Leandro. Teatro da fé. Representação religiosa no Brasil e no México no século XVI. São Paulo: HUCITEC, 1998. p. 222).” (Cita al Píe Nº 10. Pág. 3)
5 CARNEIRO DA CUÑA, Manuela. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. Venganza y temporalidad. Los Tupinamba. En “Los meandros de la historia en Amazonía”. Memorias del Simposio sobre Etnohistoria Amazónica. 45 Congreso Internacional de Americanistas, Bogotá, Universidad de los Andes, 1-7 de julio, 1985. Roberto Pineda – Camacho / Beatriz Alzate – Ángel (Compiladores). Colección 500 Años. Coedición ABYA-YALA. MLAL. Ecuador. 1990. Pp. 354. Ponencia Pp. 179-206.
6 FLECK, Eliane Cristina D. Op.Cit. “Um dos temas que a História Cultural tem privilegiado refere-se ao papel do medo na História: dos medos espontâneos ou dos medos conduzidos, manipulados ou criados. Há que considerar, no entanto, que “(...) recuperar o medo como dimensão da história não é tarefa fácil. Não é fácil, em primeiro lugar, porque esta dimensão dificilmente se encaixa em modelos metodológicos”, já que as ações por ele desenvolvidas “geram outras ações tão inesperadas quanto as primeiras e assim, a despeito das tentativas de planejar, de racionalizar os atos do presente em função do futuro, nunca se consegue alcançar exatamente o que se pretendia”. Em razão disso, “o medo apenas aparece de relance nos documentos históricos”, sendo raramente “reconhecido como o móvel profundo e amargo daquele que fala”. Há que se considerar, ainda, que “enquanto dimensão oculta das relações sociais, o medo raramente é incorporado nas análises daqueles que escrevem a história”, havendo, em razão disso, o predomínio das “explicações estruturais, muito bem elaboradas e tão lógicas que acabam por provar que a história realmente só poderia ter ocorrido de uma dada maneira.” (AZEVEDO, Célia Maria Marinho. Onda negra, medo branco - o negro no imaginário das elites - séc. XIX. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1987, p. 19 - 20.). (Cita al Píes Nº 8. Pag. 3)
7 DERRIDA, Jacques. Dar (el) tiempo. I. La moneda falsa Ediciones Paidos Ibérica. Barcelona. Bs. As. 1995. Ediciones Galilée. París. 1994. Pp. 169.
8 BO ABNB Rück – 58 / 1779 Siglo XVIII. 14 folios, papel “Expediente formado en virtud de los diarios de las dos expediciones realizadas al valle de las Salinas hechas por Luis Hurtado de Mendoza y, posterior guerra contra los indios bárbaros chiriguanos” (Referencia de fuente. ABNB)
9 BRAÑEZ,
Carlos E. En cuerpo y alma: imágenes
teatrales y constelativas. Teatro del Oprimido – TdO. Meditaciones metodológicas a partir de las Constelaciones
Familiares de Bert Hellinger. 2005. Sin
publicar. Pp. 24. “Esta nueva relación con la re-presentación y la mimesis
al contrario de pretender eximirse de su condición metafísica originaria
(pasado-presente-futuro), la condensa en un solo fenómeno en tanto fuerza sin condenarse por dar exclusiva
cuenta racional de su extraño –y asombroso- movimiento. La espacialidad de esta
re-presentación no es sólo la multi-espacialidad metafórica que se virtualiza y
alimenta bajo un exclusivo pentagrama metafísico, como bajo alguna fábula y
tragedia. El contacto que muestra no es sólo y necesariamente sistémico. No
solamente, sino a condición de transitar su paso como tiempo, tras-pasar asistiendo su neutralización como señal primera, en una senda de tiempo
distinta e incognoscible para la mente sino es reconociéndose entrelazada como
cuerpo que comparte aquel rastro vacío. Ahora bien, energéticamente la
performancia cultural –la que a veces y regularmente se opone a ese rastro-, es
decir nuestra conciencia inmanentista y autónoma, la misma que nos abraza como
razón e id-entidad públicas, es aquí el movimiento que merece decisivamente
meditarse.” (Págs. 2-3)
10 MELIA, Bartomeu. El Guaraní conquistado y reducido. Ensayos de etnohistoria. Biblioteca Paraguaya de Antropología, Vol. 5. Centros de Estudios Antropológicos. Universidad Católica. Asunción 1993. Pp. 298. “… A veces eran los presentes y regalos de ropas y objetos de metal: cuchillos, tijeras, anzuelos, agujas… Otras era incluso la repartición de alimentos (MCA III: 39-40; 76). La agrupación en poblados mayores y la adopción de la casa particular para una familia nuclear, parece también haber sido percibido con agrado (Blanco 1929: 660). La previdencia del misionero que poco a poco se ocupaba y se preocupaba de todo –„él hace todo solo‟, se dirá del Padre Roque González (Blanco 1929: 581)- no desagrada tampoco a los indios. Son los tantos imponderables del régimen paternalista que tanto atrae y ata. …„El hierro crea entre quienes descubrieron su uso, una tiranía invencible. Una vez conocido el metal no se vuelve a la edad de piedra‟, constata Métraux con toda verdad en el ya citado estudio.” (Cita en Págs. 179-180. Yo subrayo)
11SUSNIK, Branislava. Chiriguanos I. Dimensiones etnosociales. Museo Etnográfico “ANDRES BARBERO”. Asunción del Paraguay. Talleres Gráficos Lorenzo & Cía. S:R:L. Buenos Aires. Argentina. 1968. Pp. 269. “… La reorientación de la expansión migratoria hacia el occidente se debía principalmente a tres causas: la movilidad de la nucleación Itatí del Norte, con cierta influencia de la agitación de la „tierra de todas las cosas buenas‟ y del camino „de las planchas de metal‟; la atracción de los grupos móviles por el proceso de desaglomeración demográfica; y después de la matanza de Alejo García, la agitación convocatoria guaraní, la búsqueda de nuevos asientos por los grupos desarraigados y el deseo de evasión a la venganza de los conquistadores.” (Págs. 164-165)
12 NIMUENDAJU - UNKEL, Curt. Los mitos de creación y de destrucción del mundo como fundamentos de la religión de los Apapokuva – Guarani. Editor Juergen Riester G. Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica. Serie Antropología I. Lima. Perú.1978. Pp. 219.
13 SUSNIK, Branislava. Op.Cit. “Un ejemplo de la penetración guaraní en las tierras „candiré‟, con éxitos, fracasos y asiento definitivo, nos ofrece la descripción del P. Alcaya, no obstante su estilo exaltado; una ola migratoria considerable hubiera subido por el R. Paraguay hasta los Xarayes; éstos recibieron a los Guaraníes con recelo hasta saber que su estadía era sólo transitoria, dándoles luego la noticia del inca Guacane de Samaypata; la gran masa de esta ola se adentró en la provincia de Chiquitos y luego de una invernada, entraron en los llanos de Grigota donde vencieron a Guacane, quien se hallaba en el dicho pueblo llanero. Prosiguen su camino hasta el „cerro del metal‟, el dominio de Condori, hermano de Guacane; „… tomaron el camino hasta el pié de la Cordillera, donde dexaron sus mugeres y hixos con mil yndios guaranies para guarda…‟; atacaron a Condori y lo obligaron a bajar a los llanos. El interés de los pueblos fronterizos neolíticos por los valles de Mizque data ya de la época de Topa Inca Yupanqui y se construyeron muchos fuertes, entre ellos Samaypata, por la amenaza de los antiguos „Chiri-huanáes‟…” (Pág. 175)
14 COMBES, Isabel. SAIGNES, Thierry. Chiri-guana: Op.Cit. “Ver la lista de los pueblos que pretende haber atribuido en encomienda el capitán Andrés Manso, La Plata, 27.IV.1563. ANB. Registros de Escrituras públicas. T.5. f. 652. El río Chunguri (nombre aymara transcrito también como Chiguri) se vuelve en guaraní el Guapa-i (o Guapay), el Condorillo se llama Parapití en guaraní (luego Parapetí), el Pilcomayo (quechua) Itica…” (Nota en píe. Pág. 55)
15 PLATT, Tristan. BOYSEE-CASSAGNE, Thérèse. HARRIS, Olivia. QARAQARA-CHARKA. Mallku, Inka y Rey en la provincia de Charcas. Historia antropológica de una confederación aymara. IFEA. FBCB. University Of. St. Andrews. Plural editores. Abril. 2006. Pp. 1088.
16 GARCILAZO DE LA VEGA, El Inca. Comentarios reales. Selección y prólogo de Augusto Cortina, Octava Edición. Colección Austral. Espasa – Calpe Argentina, S.A. Buenos Aires. 1967. Pp. 142. “… permitió Dios nuestro Señor que dellos mismos saliese un lucero del alba, que en aquellas oscurísimas tinieblas les diese alguna noticia de la ley natural, y de la urbanidad y respetos que los hombres debían tenerse unos a otros, y que los descendientes de aquél, procediendo de bien en mejor, cultivasen aquellas fieras y las convirtiesen en hombres, haciéndoles capaces de razón y de cualquiera buena doctrina; para que cuando ese mismo Dios, sol de justicia, tuviese por bien de enviar la luz de sus divinos rayos a aquellos idólatras, los hallase no tan salvajes, sino más dóciles para recibir la fe católica, y la enseñanza y doctrina de nuestra Santa Madre Iglesia Romana, como después acá la han recibido, según se verá lo uno y lo otro en el discurso desta historia. Que por experiencia muy clara se ha notado cuánto más prontos y ágiles estaban para recibir el Evangelio los indios que los reyes Incas sujetaron, gobernaron y enseñaron, que no las demás naciones comarcanas, donde aún no había llegado la enseñanza de los Incas; muchas de las cuales se están hoy tan bárbaras y brutas como antes se estaban…” (Págs. 25-26. Yo subrayo.)
17 RENARD, F.M. SAIGNES , Th. TAYLOR, A.C. Al este de los Andes. Relaciones entre las Sociedades Op.Cit. 1985. “Sobre más de tres mil kilómetros, los Andes orientales han conocido una confrontación plurisecular entre los estados andinos – de los que el Imperio Inca era el heredero antes de desarrollar formas innovadoras y sucumbir en el camino- y las sociedades amazónicas caracterizadas por la indivisión social; desde este punto de vista, ellas representan un formidable campo de experiencias socio-históricas del cual intentaremos establecer las orientaciones, las elecciones y los modelos a través de la evolución histórica de los mundos en presencia.” (Pág. 6)
18 LEVINAS, Emmanuel. La teoría fenomenológica de la intuición. Ediciones Sígueme. Salamanca. México DF. 2004. Hermeneia 62. Pp. 222. “… se llega a
firmar que, en este mundo construido, la existencia consiste en la pertenencia
a la naturaleza y en la correspondencia con las categorías de esta última,
tiempo, espacio, causalidad. Tiempo, espacio y causalidad que entendidos en el
sentido que las fórmulas del físico le otorgan, trascienden el tiempo, el
espacio y la causalidad concretos, ese medio
vago en el que transcurre nuestra vida.
Pero al afirmar esta objetividad
del mundo físico, el naturalismo identifica su existencia y sus condiciones con
la existencia y las condiciones de existencia en general. Y olvida que el mundo
del físico, debido a su sentido intrínseco, nos remite necesariamente a este
mundo „subjetivo‟ que ha debido ser excluido de lo real en tanto pura
apariencia condicionada por la naturaleza empírica del hombre, naturaleza que
sería incapaz de alcanzar directamente el mundo de las cosas en sí. Pero a pesar de que el mundo del físico pretende
trascender la experiencia ingenua, su mundo sólo existe en relación a esta
última. Y esto sería verdad aún
para una física divina.” (Pág. 36)
19 RENARD,
F.M. SAIGNES , Th. TAYLOR, A.C. Al este
de los Andes. Relaciones entre las Sociedades Op.Cit. 1985. “Por otra parte, cuando se efectuaban vínculos
entre estos tipos de sociedades en las obras pasadas o en estudios científicos más
recientes, era generalmente desde un punto de vista andino-centrista que
equivalía a postular la influencia unilateral de las sociedades serranas, más
„avanzadas‟, sobre los pueblos de las tierras bajas constreñidos a „progresar‟
o a reaccionar negativamente (asimilación, huida hacia delante, extinción).
Ahora bien, la historia de los habitantes del piedemonte amazónico nos revela
implantaciones seculares, incluso milenarias, una presencia viviente y
asimilaciones por lo menos inconclusas actualmente, al mismo tiempo que
variaciones en los frentes pioneros regionales. Existía, con evidencia, un
profundo desconocimiento de las posibles imbricaciones entre los pueblos de las
tierras altas y bajas.” (Pág. 5)
20 SAIGNES, Thierry. Op.Cit. Indios de abajo. Ideología e historia. Op.Cit. “En su primer círculo relacional, entran los indios arawak, chané, agricultores pacíficos de Chiquitos, a los que esclavizaron en el siglo XVI; los llamaron „tapii‟, los „esclavos‟, los „mozos‟; aunque los chiriguanos no vacilaron en integrarlos en alianzas matrimoniales (por razones demográficas). Notamos un término de rechazo despectivo, pero acompañado de exogamia (aunque sin rechazo biológico). Se desprecia y a la vez se desposa.
Más allá, con los vecinos chaqueños, guerreros nómadas muy agresivos, a los chiriguanos desígnanse con epítetos ridículos, peyorativos (no se puede someterlos por la fuerza). Los tobas o matacos, son „cara de tigre‟, „pintas de caballo‟, „hombres de cuatro pies‟. Les atribuyen también ser antropófagos, como ellos. La diferencia es que los chaqueños „comen los cadáveres crudos de sus enemigos‟, hasta durante su transporte… Más allá vive el Inca, soberano altanero, casi mítico, fascinante, poseedor de los metales; recibe el calificativo de caracara, el „buitre‟, animal de las serranías…” (Págs. 63-64)
21 CARNEIRO DA CUÑA, Manuela. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. Venganza y temporalidad. Los Tupinamba. Op.Cit.
22 CARNEIRO DA CUÑA, Manuela. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. Op.Cit. “... Después de esto es muerto. Seguridad anticipada de venganza que da el tono inconfundible de desafío a la muerte en el terreiro y que el combate, que podría durar un día entero, de la víctima con sus captores, por más que pareciera simulacro, ya anunciaba. „Más parecía‟, escribe Anchieta de la víctima, „que él estaba para matar a los otros que para ser muerto‟. Lo que se deja entrever aquí es cierta complicidad, de la cual volveremos a hablar, que permite la venganza, fruto de la venganza, generar la venganza futura y que coloca, así, en una relación permanente de hostilidad a los grupos envueltos ” (Pág. 186-187. Yo subrayo).
23 CARNEIRO DA CUÑA, Manuela. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. Venganza y temporalidad. Los Tupinamba. Op.Cit. Los autores citan a d‟Addeville, J. de Léry, A. Thevet, Blázquez a Loyola, Cardim y otros.
24 Id. “La venganza es, es esta forma, la institución, por excelencia, de la sociedad Tupinamba. Matrimonio, jefatura, chamanismo, hasta profetismo, todos, no solo se articulan con, sino que se subsumen en la venganza...” (Pág. 185)
25 DE NINO, Bernardino. Etnografía chiriguana. Obra Nacional. Tipografía Comercial de Ismael Argote. La Paz. Bolivia. 1912. Pp. 332. “Antiguamente pues el territorio chiriguano lindaba al Norte con la provincia de Sara, al Sur y Suroeste con la Argentina y ciudad de Tarija, al poniente con el territorio de Tarabuco y al naciente con la colonia de Carandaiti. Abarcaba según los anteriores límites una extensión de doscientas leguas de Norte á Sur y suroeste y más de noventa leguas de poniente á naciente.
Hoy se ha reducido mucho este extenso territorio por motivo de la emigración, causada en parte por los blancos, bajo cuyo dominio la mayoría no se resignar á permanecer; las pestes que diezman la raza influyen poderosamente á reducirlo más y muy luego apenas quedará el nombre. Hoy apenas alcanza por el Norte hasta Abapó, por el Sur hasta Itiyuro de Yacuiba, por el Oeste hasta Monteagudo y por el Este hasta Carandaiti, unas cien leguas de Norte á Sur y unas 40 de poniente á naciente.”. (Pág. 4-5)
26 COMBES,
Isabel. SAIGNES, Thierry. Chiri-guana: Nacimiento
de una identidad mestiza. Op.Cit. “…
Curiosamente, mientras el apogeo de
los movimientos proféticos tupinamba parecen ubicarse en los siglos XVI-XVII
(sin hablar de los movimientos prehispánicos empapados en una incertidumbre
insoluble), es durante el siglo XIX que los chiriguano dan a estos movimientos
su amplitud máxima: es cuando se multiplican los „hombres-dioses” los tumpa…”
(Pág. 80)
27 COMBES,
Isabel. SAIGNES, Thierry. Chiri-guana: Nacimiento
de una identidad mestiza. Op.Cit. “…
luchaban europeos y amerindios, los
actores fronterizos de esta época supieron describir con detalles más o menos
bienvenidos las diferencias significativas entre los grupos locales así como la
relación de fuerza interétnica dominante en la Cordillera…” (Pág. 30)
28 SAIGNES , Thierry. Ava y karai. Op.Cit. Pp. 272. “… Hemos notado el cuidado de la administración fronteriza que se esforzaba durante el siglo XVII de restringir nuevos asentamientos ganaderos o expediciones comerciales que podían provocar fuertes represalias indígenas. Por otra parte, la coyuntura demográfica y económica cambia en Charcas a partir de la segunda mitad del siglo XVIII y no deja de ejercer efectos sobre la frontera: la instalación de migrantes andinos y un nuevo ciclo de extracción minera reavivan todo el interés de los colonizadores por los fértiles valles cordilleranos. Y de pronto la nueva administración borbónica se preocupa de valorizar estos espacios periféricos.” (Tumpa contra Mburuvicha. Pág. 165)
29 SAIGNES , Thierry. Ava y karai. Op.Cit. “… Sabemos que la Cordillera abrigaba a muchos españoles „renegados‟ y mestizos hispano-guaraní… La hipótesis de un „complot‟ jesuita parece poco probable (pero no descartable de entrada). El vestido y las insignias recuerdan el hábito y el prestigio ligado al estado sacerdotal: la crónica misional recuerda como „pues [los indios] no acababan de creer que fuesen hombres unos sujetos que ni sabían embriagarse, ni gustaban de juntarse con mujer‟… La túnica blanca es también el vestido de „Santiago‟ de 1572. Rasgos europeos o bilingüismo recalcan la necesaria exterioridad de estos nuevos candidatos al liderazgo político-religioso. Respondía a sus seguidores con una „voz meliflua ‟… - deformación de la voz clásica en la comunicación chamánica. El asesoramiento posterior de un volatín refuerza el prestigio del „dios‟ entre una sociedad obsesionada por aliviar el cuerpo: los guerreros no comen sal „por ser ligeros‟ y la Tierra sin mal se alcanza mediante bailes y ayunos. En el Paraguay colonial, los profetas hacen „mil saltos y extravagancias‟ (Métraux, 1967:29). La edificación de „casas‟ ceremoniales, imitadas de las iglesias, traduce nuevas formas agrupativas cuya organización interna ignoramos (en particular si mantiene la división por „parentelas‟) –en todo caso inéditas en las costumbres ava. Le corresponde un nuevo modo discursivo, imperativo y amenazador, que contrasta con la palabra neutra de los tubicha. Algo extraño, y si es certero, revelaría algo interesante: el „dios‟ anuncia que dará „pruebas‟ de su divinidad, lo que introduce la posibilidad de una duda sobre su condición, cosa imposible para los antiguos karai, y marcaría quizás su origen mestizo...” (167-168)
30 BRAÑEZ, Carlos E. Cuerpo... territorio e historia. Para una arqueología de la discriminación. Certamen de Ensayos por la Identidad. Defensor del Pueblo. La Paz, Bolivia. Abril. 2003. Pp. 24. / Cuerpo… territorio e historia. La Territorialización de los ava-guaraníes andino-chaqueños en el “Corazón físico y moral de la chiriguanía”. Ponencia presentada a la XVII Reunión Anual de Etnología. Museo de Etnografía y Folklore. 20 - 23 de agosto de 2003. La Paz, Bolivia. Pp. 27.
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