Democracias y Estado Plurinacional de Bolivia
Carlos Eduardo Brañez C.
Behemot, serpiente voladora evocando otro tiempo bíblico. ISAIAS:30:6
A inicios de diciembre, la
Escuela de Gestión Pública Plurinacional (EGPP) junto al Instituto de la Democracia Intercultural (IDI) del Servicio
Intercultural de Fortalecimiento Democrático (SIFDE), brazo operativo del
Estado Plurinacional de Bolivia a través del Órgano Electoral Plurinacional, organizaron
un Foro sobre las Democracias en Bolivia a través de la voz de autores de
textos relacionados, quienes publicaron junto al SIFDE y expusieron sus
actuales comentarios ante unas cincuenta personas durante dos días.
En este articulo, intentaré
exponer los comentarios y cuestiones vertidas respecto al devenir del poder a
partir de la exposición del texto “Democracias.
Behemot y Contrapoder” de Marcos García Tornel, perteneciente a un equipo
de producción académica de la Universidad Católica Boliviana.
Dicho texto fue publicado el año
2012 entre el Centro de Estudios Constitucionales de laUniversidad Católica
Boliviana y el SIFDE.
García T. confirmó que no es posible ya continuar pensando la posibilidad de
una única fuente de conocimiento del poder y por lo tanto una sola forma de participar
políticamente. Los hechos históricos y la diversidad de comportamientos
respecto al poder a inicios del siglo XXI, en Bolivia, así lo enseñan.
La ilusión representativa como
aparato que bifurca el poder del pueblo, está vinculada con las propias formas
de comprender el mundo y la realidad, esto es con las posibilidades de
conciencia y de pensar la conciencia, pues nosotros asimismo representamos la
realidad bajo un aparato de verdad y legitimidad céntrica y excluyente,
entonces la razón representa todo lo posible de la o las realidades, reduciendo
los procesos y fenómenos integrales a objetos que representan aquellas realidades.
El tema es comprender y hacer conciencia que el aparato representativo proviene
de una construcción civilizatoria, es decir es un arma de guerra antigua,
fuerte y vigente aun en Bolivia en pleno proceso de transición estatal: los
griegos construyen esta metáfora, recogiendo experiencias y nociones más
antiguas; aunque lo representen justamente como poder del pueblo, se trataría
de un dispositivo único y originalmente griego: demos + kratos.
¿Cómo ocurre esta contradicción?
Lo advertimos cotidianamente, cuando este aparato siendo un aparato de poder en
sí, fragmenta la energía del pueblo aunque su discurso hable que el poder
es del pueblo. Este conocido artificio es el discurso que se recicla en las
ilusiones democráticas más progresista y/o revolucionarias, pero en el fuero
representativo, donde las propias ilusiones respecto al cuerpo más íntimo y
diverso son objetos totalizantes de su deseo y espíritu unívocos.
A pesar de este hecho, concluye
García Tornel, “… la democracia no es un
acontecimiento homogéneo, es un fenómeno plural porque sucede en diferentes
niveles civilizatorios de prácticas singulares, temporalidades en movimiento,
espacios y cuerpos creados y convocados.”.
Entonces, una manera de
recuperar las realidades cambiantes y posibles del poder es observarlo como materialidad manifiesta en sus
propios flujos, en su pluralidad y conflictividad (en su crisis). Esto puede
implicar recuperar la noción constituyente de poder y pueblo a la vez, pues el
pueblo siendo diverso, plural y en lucha, propone sus propias complejidades,
sus localidades históricas, sus individualidades subjetivas y sus disposiciones
o dispositivos que es donde se manifiestan y se encarnan los
lenguajes de poder. Es en este contexto y a partir de esas realidades que
propone el texto expuesto, comprender la diversidad de democracias; supone
decodificar tales lenguajes y así invita a descifrar ¿cuándo y por
qué se fue formalizando la representatividad como exclusividad individual
en la conciencia originaria de sí misma, como Estado en
sus instituciones y clases?
En este devenir de la democracia en tanto
aparato de poder, García Tornel, deja ver la vigencia constitucionalista
liberal (sea más o menos progresista) donde la separación de poderes
resulta en una justificación burocrática por excelencia, pues tal separación
que asimismo es una representación construida una ficción colectiva-, implica
un dispositivo efectivo para perdurar a través de pesos y contrapesos entre el
objeto (poder-es) y el sujeto (cuerpo pueblo): esta dicotomía que es la
dicotomía de la representación en la conciencia del todo, entonces, se regula, se
procesa, se proyecta en el tiempo, se espera y construye a sí misma, por lo
cual se hace lenta y permite el juego democrático (se hace necesaria respecto a
la posibilidad de violencia –“… por medio del abuso directo del
poder ”- dice García T.). El tiempo juega aquí un asunto decisivo, de coartada,
que aparentemente nos sugiere Behemot respecto al juego representativo.
De allí, la Constitución Política del Estado
adquiere el status de gran contrato, sus adelantos, sus retrocesos, su paradoja
a la hora del cumplimiento y en especial su apertura a la diversidad del mandato
colectivo, muy vigente e intacto en el tiempo de la transición estatal. La
deliberación, por lo tanto resulta en una gran ganancia, la rendija (apenas el
inicio de otro tiempo) por donde el disenso afronta a la representatividad imperante,
obliga y compromete a continuar en su juego y en su tiempo desde otras fuentes
y formatos de participación política, desde la posibilidad de otras formas de
participación democrática que complementen y a la vez destronen dicha forma política
de representación en general.
* Artículo publicado en la revista “Democracia Intercultural” del Servicio
Intercultural de Fortalecimiento Democrático. SIFDE. Año III Nº 13. Diciembre
de 2014.
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